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El soberanismo de base, aunque con signos de desgaste evidente, tanto en la manifestación como en los comicios, sigue reclamando en la calle el derecho de los catalanes a decidir su futuro en las urnas. Los dos grandes partidos independentistas, Junts y ERC, se hallan en plenas negociaciones con el PSOE y Sumar para apoyar una posible investidura de Pedro Sánchez. Ese ha sido el telón de fondo de unas marchas en las que se han subrayado diversas reivindicaciones históricas del independentismo: la lengua, las causas judiciales, el déficit en infraestructuras y la falta de recursos económicos que ahogan la economía catalana en cada una de sus consellerias.

El mensaje de los convocantes, la ANC, ha sido la petición de que republicanos y juntistas no se conformen con la amnistía y presionen para conseguir también un referéndum de autodeterminación. Además, la Assemblea anunció que tiene la intención de impulsar una lista cívica que concurriría a las próximas elecciones al Parlament, dentro de un año y medio como mucho, con los postulados de máximos expuestos ayer por la presidenta de esta entidad, Dolors Feliu. Es evidente que después de 10 años de perenne presencia masiva en las calles con motivo de la Diada y la judicialización del procés, que ha llevado a la cárcel o al exilio a sus líderes, una parte de la ciudadanía demuestra agotamiento y frustración por los pocos avances conseguidos tras el envite del 2017 y que las bases del independentismo y los dos grandes partidos que le representan no se ponen de acuerdo en cómo ha de ser el diálogo con el Estado ni en los tempos manejables para este objetivo.

Esta fractura propició una victoria aplastante del PSC en las últimas elecciones ya que el socialismo catalán consiguió en julio más representación por sí solo (21 diputados) en el Congreso que la suma de Junts y ERC (7 cada uno). Un panorama complicado que la llegada de una nueva agrupación electoral, si se consolida, quebrará aún más. Porque aunque todos los votantes del 1-O tuvieran la misma meta, el referéndum sobre la autodeterminación, ahora solo comparten esta premisa pero el mientras tanto les divide cada vez más.

Por su parte, el PSOE sigue preparando la negociación con Junts que incluye la amnistía, la lengua y la economía, pero que hoy por hoy no concibe ninguna consulta, ni como la de Quebec ni la de Escocia, entre otras cosas porque su margen de maniobra es muy corto: en su propio partido tienen pesos pesados que niegan la amnistía; el poder judicial, que se empeña en configurarse como una cámara política, cuando no lo es ni le corresponde, ya anuncia las mismas trabas que recortaron el Estatut; y por supuesto PP y Vox ya han puesto a engrasar toda su maquinaria para evitar “que España se rompa”. Delicado tablero de ajedrez que requerirá de mucho tiento para evitar nuevas elecciones.

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