Nadie preserva el entorno como el sector primario
Más de dos mil tractores de toda Catalunya marcharon ayer hasta Barcelona para hacer llegar a la Generalitat, Gobierno central y Comisión Europea un SOS sobre la situación de estrangulamiento económico y burocrático que padece el sector desde hace años. Una protesta generalizada en las principales capitales europeas y que tuvo su inicio en Francia. Bruselas reaccionó el martes y dio marcha atrás en su intención de reducir el uso de pesticidas químicos. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció la retirada de este programa de la agenda hasta el 2030 y propone abrir un debate con los representantes del sector primario para diseñar un mejor plan que puede cumplir con la mejora medioambiental sin perjudicar a los agricultores. Von der Leyen recuerda que la Política Agraria Común cuenta con un amplio apoyo del presupuesto de la UE, pero se olvida de que cada vez de menor cuantía y con unas condiciones en muchos casos inasumibles. La jefa del Ejecutivo comunitario ha considerado que la protección de la naturaleza debe ofrecer ayudas “generosas” y que los agricultores necesitan incentivos “convincentes” para mejorar las condiciones del entorno natural. En todo caso, su perspectiva se apoya en que la conservación del medio natural solo puede tener éxito a través de alicientes económicos: “Solo si nuestros agricultores pueden vivir de sus tierras, invertirán en ellas en el futuro.” Y aquí es donde hay que puntualizar a la ejecutiva comunitaria. Los agricultores y ganaderos de Lleida, y evidentemente del resto de Catalunya, son la mejor garantía para la conservación del medio ambiente, lo han sido en el pasado, lo son en el presente y sería bueno para el Viejo Continente que lo siguieran siendo en el futuro. Y solo hace falta comprobar cuál es la situación del ecosistema en regiones, países o estados donde la agricultura ocupa los primeros puestos de aportación al PIB, en los que las tierras de cultivo o pasto han sido sustituidas por industrias, turismo o fincas abandonadas. Nadie como los hombres y las mujeres que viven del campo para asegurar el cuidado del entorno, nadie. El sistema de producción europeo es único y ha permitido el mantenimiento de pequeñas y medianas explotaciones que han evitado el despoblamiento rural y el mantenimiento de una forma de vida sostenible. Si el camino que se pretende emprender es industrializar la producción agraria y monopolizar también el sector primario, dejando en manos de cuatro todo el canal productivo y de distribución de la alimentación, nuestra forma de vida perderá mucho más que granjas y campos de manzanas o trigo. Es un debate con muchas derivadas, pero que hay que hacer siempre asegurando la supervivencia de los pequeños y medianos productores. La política no puede diseñar con una mano planes para evitar el despoblamiento rural y, con la otra, incentivarlo.