Regar con menos agua disponible
Los regantes de Lleida afrontan el próximo inicio de la campaña siendo conscientes de que de entrada ya habrá restricciones a causa de la sequía y de que el cambio climático apunta a que estas serán una constante en el futuro. El pasado año fue especialmente desastroso para los usuarios del Canal d’Urgell y del Segarra-Garrigues, que se quedaron sin agua durante buena parte de la primavera y del verano porque las reservas de los pantanos de Rialb y Oliana eran mínimas. Ambos embalses están ahora significativamente mejor que hace doce meses, pero no tanto para garantizar la campaña. Cada vez está más claro que es ineludible modernizar todos los sistemas de riego para optimizar al máximo el uso del agua. En el canal Segarra-Garrigues, al ser el más moderno, esto ya se ha hecho de entrada, al igual que en el Algerri-Balaguer, mientras que el Aragón y Catalunya y el de Pinyana han llevado a cabo importantes inversiones en los últimos años, como la efectuada en parte de l’Horta de Lleida. En cambio, el Urgell se ha quedado atrás, a pesar de que desde hace mucho tiempo la administración y los propios regantes han manifestado que era necesario abordar esta cuestión. El principal problema es que esta actuación requiere de una importante inversión, tal como ponen de manifiesto en nuestra edición de hoy diversos agricultores que la han efectuado. Por eso, la administración debe garantizar ayudas para que el coste de estas obras no acabe suponiendo una carga inasumible para el titular de la explotación y para evitar más casos de abandono de la actividad, por mucho que las fincas continúen siendo cultivadas por empresas. Las protestas que están protagonizando agricultores y ganaderos en las últimas semanas en Lleida, Catalunya, España y varios países de la Unión Europea demuestran que el sector primario se encuentra en una coyuntura difícil a la que hay que sumar una disponibilidad de agua cada vez menor, lo que representa otro obstáculo a superar. Delincuentes reincidentesQue una persona no entre en prisión hasta haber cometido 67 robos resulta difícilmente comprensible, pero es lo que ha sucedido con uno de los 9 delincuentes reincidentes a los que tienen controlados los Mossos d’Esquadra en la ciudad de Lleida, y hay otros que acumulan hasta medio centenar de arrestos y siguen en la calle. Para poner coto a su actividad, que genera alarma social, debe haber mecanismos legales para castigar esta reincidencia, pero también hay que tener en cuenta otros aspectos, porque, como indica un mando de los Mossos, muchos de estos delincuentes son toxicómanos que roban para poder costearse la droga