El Mercat del Pla como símbolo
Desde que se inauguró en 1922, el monumental Mercat del Pla de Lleida ha sido el mejor termómetro para medir la salud del Barri Antic. Su cierre definitivo en 2003 hizo saltar todas las alarmas. A finales de los años ochenta el Centro Histórico había experimentado una profunda transformación. Con la heroína convertida en una plaga que se llevó la vida de demasiados jóvenes, se entró en un preocupante círculo vicioso en el que aumentaba la delincuencia a la vez que se perdían vecinos, lo que comportaba que se vaciaran las casas y se degradaran rápidamente. Sería injusto decir que las distintas administraciones no han apostado por revitalizar este histórico barrio a los pies de la Seu Vella empujados por la tenacidad de los vecinos, pero la realidad era la que era y el Mercat del Pla no aguantó el embate. Veinte años después de su cierre, el edificio de Francesc de Paula Morera i Gatell vuelve a reivindicarse como el centro neurálgico de la antigua ciudad universitaria. No es extraño que el anuncio de que el próximo día 10 volverá a ejercer de mercado, con una iniciativa privada de venta de objetos de segunda mano, haya suscitado tanto interés. Hay ganas de Mercat del Pla. Ayer se llenó por el Fòrum S.O.S. Woman de bienestar emocional y mañana acogerá la Gran Fiesta Gastronómica del concurso de Joves Cuiners Àngel Moncusí. Teniendo en cuenta que el Plan de Acción Municipal, presentado recientemente por el alcalde de Lleida, Fèlix Larrosa, y que incluye 231 acciones para ejecutar hasta 2030, apuesta por el Barri Antic, es de esperar que estos nuevos usos del Mercat del Pla no sean flor de un día, sino el inicio de una nueva etapa. El gobierno de la Paeria quiere atraer a jóvenes hacia el Barri Antic con una incubadora de proyectos denominada La Fábrica. Está por ver en qué consistirá, pero Lleida no puede permitirse perder su Centro Histórico y, por lo tanto, bienvenida la iniciativa. Pero para fijar población, además de promociones inmobiliarias hay que garantizar servicios básicos, así como seguridad, limpieza y silencio por las noches. Con estos mínimos, el Mercat del Pla no será el de hace un siglo, pero puede volver a ser el centro neurálgico de un Barri Antic vivo. Prestigiar la FP Que las niñas ya no quieran ser princesas, como en la canción de Joaquín Sabina, no es necesariamente malo. Pero ni ellas ni ellos tampoco quieren ser mecánicos, carpinteros, fontaneros, electricistas o camareros. Demasiadas profesiones sin profesionales. La falta de mano de obra empuja a los empresarios a buscar el necesario relevo generacional fuera de nuestras fronteras, con las consecuentes trabas burocráticas. Urge prestigiar la Formación Profesional