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Catalunya celebrará elecciones anticipadas el 12 de mayo. El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, anunció ayer por la tarde la disolución del Parlament para celebrar comicios, tras fracasar en la aprobación de los presupuestos de 2024. Las cuentas tenían el apoyo de su grupo y del PSC, además de una diputada del grupo mixto (la leridana Cristina Casol), pero les faltaba un voto. La negativa de los comuns a apoyar estos presupuestos ha precipitado la convocatoria. Por una vez estamos de acuerdo con todos los partidos políticos que tomaron la palabra ayer: la situación es insostenible y la acción del día a día del Govern no puede estar supeditada un día sí y otro también a los vaivenes de intereses partidistas. Una vez la ley de amnistía tiene el beneplácito de la mayoría del Congreso y se puede volver a la negociación y el diálogo para solucionar las legítimas aspiraciones de los catalanes de más cotas de autogobierno, no tiene ningún sentido que el gobierno siga sin los apoyos suficientes para aprobar las cuentas anuales. Y si están de acuerdo el President Aragonès, el PSC como así lo expresó Salvador Illa, y el portavoz de Junts, Albert Batet, ya solo queda que los ciudadanos decidan quiénes creen que representarán mejor sus intereses. 

Solo hace cuatro años

La mayoría recordamos cómo nos enteramos de que la Organización Mundial de la Salud declaró que la covid-19 era una pandemia y que había que paralizar el mundo, en marzo de 2020. Habíamos visto imágenes preocupantes de China, pero creíamos que lo que pasaba allí difícilmente nos afectaría, o al menos que nos implicaría tanto. Escuchamos que en algunos municipios de la Lombardía italiana ya se estaba extendiendo el virus y comenzamos a preocuparnos. En Catalunya el 11 de marzo, la conselleria de Salud informó de un brote grave en el hospital de Igualada y la Generalitat cerró el perímetro de este municipio de la Anoia. Finalmente tal día como hoy del 2020, el gobierno español decretó el estado de alarma que cambiaría durante dos años nuestras vidas y que provocaría la muerte de centenares de personas en Lleida, miles en Catalunya y España y millones en el mundo. Quien más quien menos perdió algún familiar, amigo o conocido en esta pandemia, y de un día para otro tuvimos que quedarnos en casa, teletrabajar y encerrarnos en nuestro círculo más íntimo para sobrevivir al virus. Resulta sorprendente que, cuatro años después, la mayoría hayamos logrado volver a la vida tal y como era antes, aunque algunos con secuelas. Lo que no esperábamos es enterarnos de que allegados al poder, directa o indirectamente, se hubieran hecho ricos a costa de la pandemia.

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