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El elevado precio de la vivienda, de la cesta de la compra y, en general, el encarecimiento del coste de la vida están haciendo que cada vez haya más trabajadores que no lleguen a final de mes. El número de leridanos que se encuentran en esta situación no deja de incrementarse y en tan solo medio año el porcentaje ha pasado del 24 al 31%, según datos de la UGT. Es por eso que ayer, Día del Trabajo, los sindicatos reclamaron en la calle salarios dignos y una reducción de la jornada laboral que ayude a mejorar la calidad de vida de los trabajadores. Si bien es cierto que los datos del paro han mejorado en los últimos años, no es menos verdad que existe más empleo pero con bolsas exageradamente grandes de trabajo de poca calidad y mal remunerado. Vivimos en plena revolución digital y robótica y está claro que la realidad que viene obligará a grandes cambios en el mundo laboral, que tanto UGT como CCOO y resto de siglas deben tener muy en cuenta si quieren seguir abanderando y representando a los trabajadores. Así, según conclusiones del World Economic Forum, el 75% de las empresas planean adoptar nuevas tecnologías tal como Big Data, robótica, cloud computing y nada más y nada menos que inteligencia artificial. Esta adopción irrumpiría y cambiaría la lógica laboral por completo, donde si dividimos ese 75% de empresas en dos grupos, tendríamos, por un lado, un 50% que considera que el impacto neto será positivo, mientras que el 25% restante piensa que implicará una pérdida de empleos. Que se perderán trabajos producto de la adopción tecnológica es evidente, pero este mismo cambio generará nuevos empleos que compensarían en parte los perdidos, pero eso nos llevaría a una pregunta: ¿las personas están capacitadas, preparadas, listas para esta revolución, para esos puestos de trabajo? La respuesta es, claramente, no. La conclusión, por tanto, es evidente: la ciudadanía deberá estar cada vez más preparada para optar a puestos de calidad, decentemente remunerados, y quienes no suban a este tren se verán abocados a los sectores de servicios o primarios, con sueldos más precarios. La clave para que esta segmentación de la sociedad no sea todavía más injusta de lo que ya es hoy está en fomentar al mismo tiempo que la tecnología las habilidades cognitivas, las que más crecieron últimamente, debido a lo necesario que se está haciendo tener personas capaces de resolver problemas complejos, en especial en un mundo en constante cambio y lleno de incertidumbres emocionales. Habilidades socioemocionales y profesiones ligadas a la creatividad, el ocio, la psicología, la salud mental, el medio ambiente, la tercera edad, el comercio, la infancia, el deporte, la gestión de grupos y la vida cotidiana, etc. Y en esta transición se necesitarán sindicatos fuertes y una administración preparada para evitar desigualdades sociales.

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