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Hace unos meses, el ministerio de Sanidad anunció la muerte por tosferina de un bebé cuya madre no se había vacunado durante el embarazo. Se aprovechó la ocasión para alertar sobre las cifras del brote de esta enfermedad, que está dejando un reguero de casos más o menos graves por todo el estado. Ahora, a aquella llamada de atención se une la del Centro Europeo para el Control y la Prevención de las Enfermedades, cuyos expertos acaban de comunicar que el número de casos ha alcanzado ya cifras preocupantes. A lo largo de 2023 y en lo que va de 2024 se han documentado 60.000 casos de tosferina en los países de la Unión Europea, además de Noruega, Islandia y Liechtenstein. Esto supone 10 veces más de los registrados entre 2021 y 2022. Podríamos pensar que es una cifra baja, sobre todo si lo comparamos con otras patologías, como la gripe o la covid-19. No obstante, debemos recordar que la tosferina es una enfermedad que afecta a un sector de la población muy vulnerable, de manera que puede llegar a ser muy peligrosa. Además, es una afección para la que hay una vacuna muy eficaz, de modo que este tipo de brotes, que no dejan de ser periódicos, suponen un motivo de preocupación por el que hay que tomar medidas extraordinarias. En Lleida, se han detectado 411 casos desde enero hasta principios de abril y en 2023 se registraron un total de 77. La tosferina es una enfermedad causada por la bacteria Bordetella pertussis, que puede afectar a cualquier persona, pero sobre todo causa sintomatología preocupante en niños. Inicialmente se parece mucho a la de un resfriado común. No obstante, con el paso de los días puede desembocar en una tos muy violenta, acompañada de dificultad para respirar y fiebre alta. Entre sus complicaciones, se encuentran la neumonía, las convulsiones y un amplio abanico de efectos derivados de la falta de oxígeno. Por lo tanto, hay personas que la cursan asintomática y otras que enferman muy peligrosamente. Es grave en niños, pero especialmente en bebés, ya que aún no tienen el sistema inmunitario suficientemente desarrollado para combatirla y, además, no han podido vacunarse. La vacuna es la solución, tanto para bebés como para embarazadas porque con ella no se elimina la enfermedad pero sí su gravedad y esto es lo fundamental. En España, por ejemplo, empezó a administrarse en la década de 1960 y ya estaba incluida en el primer calendario de vacunación, instaurado en 1975. Desde entonces, la vacuna ha ido mejorando salvando muchas vidas en el camino. Actualmente forma parte de una vacuna que protege también contra la difteria y el tétanos. Se administran las dos primeras dosis a los 2 y 4 meses de edad. Después se añade un refuerzo a los 11 meses y otro a los 6 años. Esa es la situación general, pero las cosas han cambiado en los últimos años y hay que reforzar la prevención.

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