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Catalunya y España han registrado desde el final de la pandemia de la covid unos buenos datos macroeconómicos. La tasa de paro se encuentra en los niveles más bajos de los últimos 15 años y el PIB creció el pasado año más de lo que vaticinaban muchos expertos. Sin embargo, las cosas cambian si se toman como base los datos microeconómicos. El constante aumento de la inflación registrado desde que estalló la guerra en Ucrania ha provocado que muchos salarios hayan perdido capacidad adquisitiva y que un número significativo de hogares tengan grandes problemas para llegar a final de mes a pesar de que sus miembros estén trabajando. Sin ir más lejos, los sindicatos denunciaron el pasado 1 de mayo que en Lleida casi un tercio de los empleados se encuentran en esta tesitura. Precisamente, uno de los colectivos más afectados por esta situación es el de los jóvenes, y su precariedad económica se refleja en un dato del que dábamos cuenta en nuestra edición de ayer: el número de menores de 35 años de Lleida ciudad que han solicitado este año la ayuda de la Generalitat para pagar el alquiler casi se ha doblado con respecto al anterior ejercicio, al pasar de 446 a 853. Es un hecho totalmente lógico si se analizan dos estadísticas. Una es que el coste medio del arrendamiento subió el pasado año el 6,6% en la provincia y el 7,8% en la capital, con lo que alcanzaron los 482,6 y 545,5 euros al mes, respectivamente, según las cifras que hace públicas la Generalitat, que suelen ser algo más bajas que la realidad del mercado. La otra, que el salario bruto anual que percibieron los leridanos de entre 18 y 25 años en 2022 fue de 9.200 euros, mientras que el de los de entre 26 y 35 fue de 19.792 euros, según la Agencia Tributaria. Es evidente que muchos jóvenes lo tienen más que crudo para poder emanciparse, porque no pueden acceder al mercado del alquiler y todavía menos al de compraventa. Esto sucede cuando en toda España casi la mitad de los de entre 25 y 34 años tienen un título de educación superior. Así que por un lado tenemos cada vez jóvenes que estudian más años y, por el otro, esto no les sirve para poder emanciparse. Todo un problema que por desgracia cada día va a más. Una sociedad muy medicadaEl número de recetas de medicamentos prescritas el pasado año en las comarcas de Lleida superó los 8,6 millones, lo que representa una media de casi 20 por habitante. Estas cifras reflejan que nuestra sociedad está muy medicada, lo que de entrada no es malo, porque una de las razones que lo explican es el progresivo envejecimiento de la población, pero también hay que perseverar en los tratamientos alternativos a nivel de ejercicio, nutrición o bienestar emocional que se comienzan a aplicar en los CAP

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