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La imagen de personas durmiendo en calles de Lleida, real y reiterada año tras año, no representa la situación de los trabajadores temporales para la recogida de la fruta en las comarcas del llano de Lleida, que hace años ha ido aportando soluciones al tema del alojamiento. Tanto los sindicatos agrarios como los ayuntamientos hace más de una década que sentaron las bases para solucionar el problema de la vivienda y el 95 por ciento o más de estos recolectores de fruta vienen con casa asegurada, sea la facilitada por los propios agricultores o por los consistorios, que incluyen o descuentan del sueldo diario la cantidad correspondiente para el alojamiento. Las personas que duermen al raso son principalmente sin papeles que, por tanto, no pueden trabajar y, si lo hacen, quienes les contratan incurren en una ilegalidad. El anterior alcalde de Lleida, Miquel Pueyo, con el aval de la entonces oposición del PSC, ya solicitó al Gobierno central permisos de residencia temporales para estas personas y la respuesta fue negativa. Ahora, el socialista Fèlix Larrosa reitera la demanda porque es la única solución para acabar con la situación de precariedad de estas personas. Si no hay respuesta positiva a esta petición el problema seguirá siendo el mismo y si el ejecutivo de Pedro Sánchez accediera, estos temporeros deberían ya disponer de alojamiento aportados por quienes les contratan porque la asistencia pública, sea en el pabellón de la Fira o en la ubicación que se decida en los próximos años (una vez descartado el albergue de Pardinyes), está destinada a personas sin trabajo y/o sin hogar. Y lo que no es de recibo, y que tampoco es nuevo, es que ayuntamientos del sur, o de donde sea, paguen autocares a este colectivo vulnerable, y en su gran mayoría sin permisos de trabajo, para traspasar el problema a otra comunidad. Lleida ofrece trabajo en la campaña de la fruta a muchas personas, hasta 30.000 en las buenas cosechas, entre el campo y centrales, pero hace años que este sector laboral está regulado y pactado y con niveles muy bajos de conflictividad, por mucho que las excepciones y la imagen de gente durmiendo en la calle puedan dar a entender lo contrario. Conflictos diplomáticosEl gobierno español anuncia el reconocimiento del estado de Palestina, junto a Irlanda y Noruega, y abre otro conflicto diplomático. Es cierto que los derechos humanos no han de hacer distinciones de origen, religión o culturas, y que el atentado terrorista de Hamás no puede ser excusa para la masacre humanitaria que se está cometiendo, pero sin la concurrencia de las potencias internacionales que lideran la geopolítica europea y mundial, el gesto es poco más que buenas intenciones

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