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La desmotivación ha marcado la campaña electoral para los comicios europeos como si lo que nos jugamos en la llamada a las urnas, que en el caso de España tienen lugar hoy, no nos afectara en demasía. Pero en realidad no es así, ya que las decisiones que se adoptan en el marco comunitario tienen cada vez más influencia en nuestras vidas. Así, por ejemplo, acuerdos de la Eurocámara que desde 2019 nos han influido directamente en el día a día a los casi 450 millones de ciudadanos europeos son la aprobación del cargador universal o la primera ley de Inteligencia Artificial del mundo. A estos debemos añadir normativas anteriores que nos atañen de forma cotidiana como son el roaming, la regulación del mercado audiovisual, la imposición del reciclaje o la transición energética para luchar contra el cambio climático. Y pese a todo ello, cabe preguntarse por qué tanta desafección ante la cita de hoy. En primer lugar se podría achacar a los propios partidos porque, no nos engañemos, se han dedicado hasta la saciedad a atacar a los oponentes (una costumbre que ya va intrínsecamente ligada a la política de los últimos años) en vez de hacer propuestas y explicar los programas que pretenden poner en práctica en Europa para garantizar el bienestar de sus conciudadanos. Pruebas de esta beligerancia, que en muchos casos ha llegado a extremos avergonzantes con salidas de tonos más que impropias, las hemos tenido en los debates televisivos de los últimos días, de un nivel ínfimo en todos los sentidos.Asimismo, buena parte de las diferentes formaciones que concurren a estos comicios, los novenos para España desde su adhesión a la Unión Europea en 1985, parece que se tomen la convocatoria como una especie de prueba de fuerza de su músculo en otros ámbitos, ya sean autonómicos o estatales, y también como una radiografía que solo deje ver si las fuerzas progresistas pueden plantar cara a la extrema derecha, cuyos apoyos aumentan preocupantemente en toda Europa, con varios países en los que ya está en el poder.Así las cosas, es más que probable que se repitan los altos índices de abstención que, en el caso de las elecciones de 2019, fue de casi el 50% y cinco años antes llegó al 57 por ciento y prueba de ello es que han caído en más de un 27 por ciento las peticiones de voto por correo en Catalunya, con un electorado que supera los 5,7 millones de personas. En nuestras manos y con nuestros votos está la posibilidad de cambiar esta tónica y romper los pronósticos que auguran que muchos europeos se quedarán hoy en casa y no ejercerán este preciado derecho democrático que tanto costó conseguir. Está en juego nuestro futuro próximo y el de las generaciones que nos sucedan, así como el modo de afrontarlo.

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