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La lingüista Carme Junyent, fallecida el año pasado, llevaba tiempo advirtiendo que el catalán está en peligro de extinción por el desuso en diversos ámbitos, por mucho que en la escuela se mantuviera la inmersión. Junyent basaba su grito de alerta en tres ámbitos: el territorial, el número de hablantes y el desinterés de los jóvenes. Además, acompañaba siempre sus conclusiones con cifras, para dar valor científico a sus estudios. Así, en su libro El futur del català depèn de tu iba comparando comarca a comarca la incidencia del catalán hace 200 años con la actualidad y el resultado era decepcionante. Hoy en día ya no solo es ínfimo su uso en las grandes capitales, sino que en comarcas como el Segrià, el Pla d’Urgell, la misma Segarra e incluso el Pirineo, el retroceso es evidente. En cuanto al número de hablantes, las cifras lo dicen todo. Del millón de habitantes que ha ganado Catalunya, más del 90% ni conoce ni usa el catalán para nada. Para Junyent, de los tres apartados el que más le preocupaba era el desinterés de los más jóvenes, pese a que lo estudian y hablan en el colegio, por su uso en la calle. El aislamiento de la pandemia, las redes sociales y comunicadores de gran influencia online han configurado un cóctel en el que la lengua catalana ha quedado excluida o relegada. Solo hay que darse una vuelta por las calles, los comercios, la hostelería, los círculos económicos, bancarios, deportivos o culturales para comprobar que la diagnosis de esta prestigiosa profesora y escritora era del todo acertada. Ayer, el Consorci de Normalització Lingüística de Lleida (CNL) presentaba un demoledor informe en el que cifra en un 20% el descenso del uso del catalán en el comercio, lo que atribuye al aumento de la población migrante que trabaja en este sector. Así lo constata el estudio Ofercat de 2022 tras hacer 500 observaciones en tiendas y negocios de los barrios de Centro Histórico, Noguerola, Clot-Príncep de Viana, Cappont y La Bordeta, que destaca que solo el 63% de los establecimientos analizados usa el catalán como lengua de saludo y para atender a sus clientes, una cifra que en el anterior estudio de 2015 se situaba en el 80%. En cuanto a la disposición de utilizar el catalán por parte de los trabajadores, hace siete años lo ofrecían el 87% de los negocios analizados, mientras que en 2022 se ha reducido hasta el 78%. En este sentido, desde el CNL han advertido que la hostelería es el principal ámbito en el que el uso del catalán es más bajo en cuanto a la atención al cliente, que se ha reducido del 48% al 32% respecto al 2015 y lo atribuyen a que el 48,8% de los trabajadores de este sector son de origen extranjero. El problema, tanto en este sector como en el resto de la vida cotidiana, económica y social, es el mismo. Lo que no se necesita es prescindible y mientras el catalán no sea indispensable y necesario para vivir y trabajar en Catalunya, nuestra lengua seguirá amenazada.

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