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Los vecinos de L’Horta de Lleida están desesperados. Este barrio tan singular, formado por un entramado de partidas con torres aisladas que recuerdan el origen payés de la capital del Segre, es una de las señas de identidad de Lleida. Pero vivir en este entorno natural privilegiado no es fácil. En pocos días se han denunciado dos asaltos a viviendas. En uno de los casos, en la Partida de Balàfia, el dueño sorprendió a un ladrón en el comedor de su casa en plena noche y este le arrojó una maceta para poder huir. Hay miedo. En abril se puso en marcha un operativo especial para L’Horta de Mossos d’Esquadra y Guardia Urbana, con un balance de once detenidos en solo tres meses. De hecho, las patrullas se crearon después de las quejas de los vecinos de las diferentes partidas, que denunciaban sentirse inseguros y llegaron a organizar somatenes. Y en este contexto, un verano más, un millar de estos leridanos se han quedado sin un servicio esencial como es el del correo postal. El cartero que reparte en Mariola, Empresseguera, Sant Just, Caparrella y Malgovern está de baja, y según la comisión de L’Horta de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Lleida y el sindicato CCOO, no se ha cubierto su plaza. Preservar L’Horta de Lleida no es solo cuestión de mantener el paisaje, como sucede en otros entornos rurales. Para fijar gente al territorio hay que ofrecer servicios de calidad. Los vecinos de L’Horta no pueden ser ciudadanos de segunda. Sería injusto decir que las instituciones desatienden a esta población, que cuenta con servicios específicos, como los taxis a demanda o escuelas rurales en las partidas, pero es evidente que hay que hacer mucho más. Los vecinos reclaman sentirse seguros en sus casas y poder dormir con las ventanas abiertas sin el temor a que se cuele un asaltante. Y, por supuesto, recibir en el buzón las notificaciones oficiales o la correspondencia de otro tipo. Son unos mínimos muy mínimos en pleno siglo XXI. L’Horta es el corazón de Lleida y tiene que seguir latiendo para asegurar que no se diluya la personalidad de la capital. No son siglas, son personas(Mal) conocidos por el acrónimo que forman las siglas de menores extranjeros no acompañados, estas personas doblemente vulnerables son noticia porque Canarias, saturada, exige que se repartan por las distintas comunidades autónomas. La polémica está servida porque Vox amenaza con romper los acuerdos con el PP si se acogen más migrantes en los territorios que gobiernan. Catalunya, por su parte, reclama que se tengan en cuenta las cifras “reales” de menores a los que ya se da servicio y advierte que los centros de acogida están saturados. Un tema tan complejo como delicado.

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