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La gran afluencia de excursionistas provocó el pasado fin de semana que en el Aneto hubiera colas de media hora en el paso de Mahoma para poder acceder a la cumbre. Hace un par de veranos, se vivieron escenas similares en la Pica d’Estats, lo que obligó al Parc Natural de l’Alt Pirineu a regular el acceso motorizado para llegar a su base, obligando a reservar previamente plaza en alguno de los cuatro parkings que están habilitados. Esto ha evitado que el último tramo de la ascensión vuelva a colapsarse, aunque hay días en que los aparcamientos ya están totalmente llenos a primera hora de la mañana. El Pirineo ha registrado un aumento de visitantes en los últimos años, favorecido entre otros factores porque las restricciones a la movilidad impuestas durante la pandemia hicieron que muchas personas descubrieran que relativamente cerca de su lugar de residencia hay paisajes, monumentos y gastronomía de primer nivel y, además, hacer ejercicio y caminar por el medio natural cada vez está más valorado como una práctica saludable. Ahora bien, hay que asumir que no todo el mundo está en condiciones de subir a cumbres de más de dos mil o tres mil metros de altura, aunque el recorrido no tenga una especial dificultad técnica. Cada uno debe adaptar las salidas al campo o la montaña a sus condiciones físicas e ir correctamente equipado. Es una premisa de sentido común que muchas veces no se aplica, como lo constata el continuo incremento de los rescates en el medio natural por parte de los Bomberos de la Generalitat y los Pompièrs d’Aran en las comarcas de Lleida. El pasado año fueron nada menos que 577, un 41,7% más que en el anterior, y a falta de los datos de este ejercicio, llama la atención que el pasado sábado hubo un total de cinco rescates en menos de 10 horas en distintos puntos del Pirineo de Lleida. Cuatro fueron para trasladar a excursionistas heridos y el otro, para socorrer a un grupo que se había desorientado. Hacer senderismo por la montaña no es lo mismo que pasear por una rambla, pero da la impresión de que muchas personas no acaban de ser conscientes de ello.Solidaridad intergeneracionalEn una población cada vez más envejecida, garantizar una buena atención a los mayores es uno de los retos que tiene nuestra sociedad. No se trata solo de disponer de los dispositivos sanitarios y residenciales necesarios, entre otros servicios, sino que hay que dar respuesta al problema de la soledad. Por eso son de aplaudir iniciativas como la llevada a cabo en Àger, donde una docena de vecinos voluntarios llevaron a usuarios de la residencia a tomar el vermut, porque son muchos los mayores que están o se sienten solos

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