Tierra de campamentos
El Pallars Sobirà es, en verano, una de las comarcas más jóvenes de Catalunya. Más de 6.000 niños y jóvenes están inscritos en alguno de los campamentos, colonias, casals o campos de trabajo que eligen el Pirineo. Según cifras del departamento de Derechos Sociales, las comarcas de Ponent y el Alt Pirineu y Aran acogen un total de 832 actividades de ocio educativo en verano en las que participan unos 31.000 niños y jóvenes. Y esta es una cifra provisional, ya que entidades, asociaciones educativas juveniles, empresas e instituciones pueden notificar sus propuestas a la dirección general de Juventud con hasta siete días de antelación. Así, el pasado verano fueron 55.000 los participantes en alguna de las actividades que se hicieron en las comarcas de Lleida. Poder disfrutar de un entorno natural sin pasar demasiado calor es el gran reclamo del Pirineo, que concentra la mayor parte de la oferta, con un total de 537 actividades ya notificadas de las que tomarán parte unos 20.000 menores. Son cifras importantes. Los campamentos, con 7.916 inscritos, son la gran referencia del ocio educativo estival. Esta experiencia de inmersión en un entorno natural a una edad temprana puede ser determinante para forjar una cantera de futuros visitantes, por lo que no se puede obviar que de forma directa o indirecta esta actividad tiene un impacto positivo en el turismo, con miles de familias que irán a recoger a sus hijos. También funcionan a pleno rendimiento las colonias, con 5.354 inscritos, o los casals, con 3.334 participantes, aunque en este caso la dificultad de conciliar la vida familiar con las vacaciones escolares es más determinante. Las comarcas de Lleida se reivindican de esta forma como un destino de ocio educativo a pesar del bache sufrido en 2020 por la pandemia y, más recientemente, a las restriciones derivadas por la activación del plan Alfa debido a la situación de sequía, que obligó a cancelar actividades al aire libre y llegó a poner en jaque al sector del ocio educativo. Regreso a Santa MariaAunque la iglesia de Sant Climent de Taüll sea el gran icono del románico, no hay que olvidar que en esta pequeña población de la Alta Ribagorça no había uno, sino tres templos de este estilo arquitectónico. Sant Martí se ha perdido, pero Santa Maria también cumple 900 años y para celebrarlo ayer recuperó un fragmento de pintura mural que en los años sesenta se trasladó a Sant Climent. La escena del “Bany Jesús” ha vuelto a su emplazamiento original después de ser restaurada. El románico de la Vall de Boí, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, es uno de los grandes reclamos turísticos del Pirineo