Un teatro con mucha historia
Que la Paeria haya iniciado (o retomado) contactos con la familia Cortada, propietaria del Principal, para reactivar este histórico teatro que cerró durante la pandemia es una gran noticia para Lleida. No es por falta de equipamientos de artes escénicas. Las dos salas del Teatre de l’Escorxador, el Julieta Agustí en el antiguo convento de Santa Teresa y la Llotja para grandes formatos, garantizan que pueda ofrecerse una programación estable en condiciones. Pero el Principal es más que un teatro. Se inauguró el 29 de diciembre de 1951 con la ópera Lord Byron en Venecia, un peaje al régimen franquista, ya que estaba escrita por el leridano Eduardo Aunós, que fue ministro de Justicia. La historia del Principal, sin embargo, es más antigua que este céntrico edificio. Se remonta al siglo XIX, cuando estaba ubicado en la calle Major. Un incendio en 1876 destruyó el teatro y este incidente permitió abrir la calle Cavallers hasta la Banqueta. Más de 70 años después, en plena posguerra, Joan Lavaquial, el banquero Magí Llorens y el arquitecto Cases Lamolla decidieron construir un coliseo en lo que en el siglo XVIII fue la Casa del Governador, en la plaza Paeria. Se hizo con el capital aportado por el empresario y propietario agrícola de origen navarro José Irigoyen. En 1958 se incorporaron al proyecto Jordi Cortada y el empresario de Mollerussa Rossend Castelló. Desde entonces, el Principal ha sido testigo mudo de la historia de Lleida. Por su escenario han pasado Montserrat Caballé, Victòria dels Àngels, Els Joglars, Joan Manuel Serrat, Antonio Molina, Raphael, Lola Herrera, Paco Martínez Soria, Núria Espert, Josep Maria Flotats o Lluís Llach, por citar algunos ejemplos dispares. El concierto de Llach fue memorable. Era diciembre de 1976. Franco había muerto, pero el franquismo, no, hasta el punto de que en represalia porque el cantautor de Verges interpretó L’estaca dispararon contra el escaparate de la tienda de discos Orley, donde estaba expuesto un LP de Llach. La policía encontró cuatro casquillos de bala, uno de los cuales impactó contra un disco de Pau Casals, toda una metáfora. El propietario de la mítica tienda, Romà de Muelas, hizo la pertinente denuncia, aún a sabiendas de que no prosperaría por la impunidad de la ultraderecha en la Lleida del posfranquismo. El leridano Miguel Gómez Benet, conocido como El Metralleta o El Padrino, pasó unas horas detenido por estos hechos, pero quedó libre. Un año después sería el cerebro del atentado contra la revista El Papus en Barcelona. Es por estas y tantas otras historias de la Historia que el Principal tiene que ser recuperado, porque forma parte del patrimonio sentimental de Lleida. Aquí se recuperó el teatro infantil en catalán gracias al ciclo Cavall Fort y aquí se vistió de gala la Mostra de Cinema Llatinoamericà de Lleida con Federico Luppi al frente. Demasiados recuerdos para declararlo en ruina.