Calor monitorizado
El cambio climático es ya una evidencia científica. Recientemente publicábamos que informes de la Paeria constatan que en los últimos 40 años los ya de por sí tórridos veranos de Lleida han registrado temperaturas cada vez más altas. Entre 1981 y 1990 los registros se incrementaron en 1,29 grados, mientras que entre 2000 y 2020 la subida fue de 1,2. A su vez, las temperaturas máximas han subido 2,1 grados. Un fenómeno que ha ido de la mano de un aumento de la duración de las olas de calor. Si entre 2003 y 2015 eran de 3-4 días, en los últimos veranos la media indica que se sitúan entre 4 y 5 y las previsiones para las próximas décadas es que serán de entre 7 y 14 días. Ante esta situación, es importante que desde la Universitat de Lleida se haya puesto en marcha un programa para monitorizar cómo afecta el calor a quienes lo tienen que sufrir más directamente porque trabajan al aire libre. Es el caso de las personas que se dedican a recolectar fruta. Un equipo interdisciplinar de la UdL estudia el estrés por calor y la deshidratación de una decena de temporeros que trabajan en Térmens y que se han equipado con dispositivos tecnológicos que permiten monitorizar en tiempo real su estado de hidratación. Las pruebas forman parte del proyecto Hidroponent, una investigación para mitigar los efectos del cambio climático, que llevan a cabo investigadores de distintas titulaciones de la UdL. Durante quince días, coincidiendo con la campaña de la pera Limonera, se recogen distintos parámetros biomédicos, como el peso, la frecuencia cardíaca y la tensión arterial antes y después de la jornada laboral, así como la temperatura y la humedad ambiental. No se trata tan solo de obtener datos, y este es uno de los aciertos del programa, sino de detectar problemas para buscar posibles soluciones, como proponer cambios en los horarios agrícolas, determinar pautas para beber y cantidades de líquido recomendadas o incluso incorporar la ingesta de bebidas isotónicas para soportar las jornadas en el campo a temperaturas elevadas. Una información valiosa que se podrá extrapolar a otros colectivos para mitigar los efectos del cambio climático en otros sectores que también tienen que trabajar al raso en pleno verano. Valientes a mediasLos Jesuitas admitieron ayer que entre sus filas había habido 44 abusadores y dieron los nombres y apellidos de los 14 contra los que se han interpuesto denuncias por agresión sexual a menores. Un paso importante, sin duda. Pero si este acto de reparación se hace de espaldas a las víctimas, a las que ni siquiera se permitió estar en la sala, el engranaje chirría