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Los incendios forestales se apagan en invierno. Una frase hecha para incidir en la importancia de la prevención. Los próximos dos años, un programa piloto financiado con fondos Next Generation, y en el que participan la Generalitat y el Gobierno central, quiere demostrar que eso es posible sin inversiones multimillonarias. Tan fácil como volver a los orígenes. El término municipal de Àger y la sierra de Boumort son los escenarios escogidos para que los rebaños desbrocen el monte y limpien el perímetro de los pueblos. Con esta apuesta por el pastoreo se consigue un doble objetivo. Por un lado, se reduce el riesgo de incendios. Por otro, se fomenta una actividad económica que fija población al territorio. En un principio, el programa fomentará las cabañas de ovejas y cabras de especies autóctonas, pero no se descarta la posibilidad de incluir terneros y yeguas. El proyecto prevé adecuar cinco áreas de masa forestal de una superficie mínima de veinte hectáreas, cuyo posterior mantenimiento quedará en manos de los rebaños. Para seleccionarlas se aplican criterios de prevención de incendios, que aportan personal de los Bomberos y de los Agentes Rurales, y se valora también la adecuación de la vegetación para la alimentación del ganado. La desaparición de rebaños extensivos ha supuesto la homogeneización del paisaje, pero también ha aumentado el riesgo de incendios forestales y la pérdida de biodiversidad. Ha tenido consecuencias sociales, porque ha acelerado la despoblación, y económicas, puesto que se han perdido puestos de trabajo. El proyecto Prepast quiere revertir esta realidad y para ello creará un banco de pastos y establecerá “un modelo de contrato de arrendamiento-acuerdo de custodia del territorio” y aplicará “un modelo de gestión directa con criterios ecosistémicos” que incluye un manual de buenas prácticas. Y todo ello sin renunciar al turismo sostenible. Un regreso al pasado que, a la vez, pretende ser una apuesta de futuro. A veces las soluciones a grandes problemas como los derivados del cambio climático ya las conocían las generaciones que nos han precedido. Caos olímpicoUn error humano en la actualización de un programa antivirus provocó recientemente un apagón planetario que puso sobre la mesa la dependencia de nuestra sociedad de unas pocas empresas tecnológicas. Lo de ayer fue un paso más. Un sabotaje en toda regla. París inauguró los Juegos Olímpicos después de una mañana de caos global que interrumpió la circulación de trenes. Un toque de atención a los organizadores. En pleno siglo XXI no sirve de nada tener la ciudad blindada con 75.000 agentes de las fuerzas del orden si se puede burlar la seguridad desde un ordenador.

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