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El operativo dispuesto por los Mossos d’Esquadra el jueves para cumplir con la orden del juez Pablo Llarena de detener al expresidente de la Generalitat y actual diputado de Junts Carles Puigdemont ha puesto al cuerpo policial en el punto de mira y las críticas les llegan tanto del aparato judicial, que le piden explicaciones por no cumplir las órdenes de arresto, así como de partidos y sociedad civil que califican de desproporcionada la operación jaula (prevista para terroristas o delincuentes peligrosos). El fracaso de su misión resulta evidente y ayer el conseller de Interior, Josep Ignasi Elena; el comisario jefe de los Mossos, Eduard Sallent, y el director general de la policía autonómica, Pere Ferrer, dieron explicaciones en rueda de prensa. Comparecencia que más que aclarar lo sucedido y asumir responsabilidades o hacer autocrítica se convirtió en un acto político de partido que enrojeció a propios y extraños. Tanto Elena como Sallent se limitaron a cargar contra Carles Puigdemont y resto de dirigentes de Junts, a los que acusaron de deslealtad al cuerpo de Mossos por ayudar a desaparecer al líder independentista, al que llegaron a comparar con Jimmy Jump, que se hizo famoso hace unos años por esquivar controles de seguridad en lugares multitudinarios. También acusaron al expresidente y a su partido de querer dinamitar el pleno de investidura y aseguraron que su misión era, además de cumplir la orden de Llarena, garantizar la seguridad ciudadana y que la sesión parlamentaria se pudiera desarrollar con normalidad. Incluso aseguraron que no daban crédito a las declaraciones de Jordi Turull, secretario general de Junts, sobre que Puigdemont está o va camino de Waterloo. Elena y Sallent deben asumir que la responsabilidad es exclusivamente de quien toma las decisiones, es decir, suya. Si ayer no creyeron a Turull cuando aseguró que el expresidente está fuera de España, ¿por qué creyeron que iba a dejarse detener justo a las puertas del Parlament y más cuando juran y perjuran que no habían llegado a ningún tipo de acuerdo del momento del arresto? La obligación de un cuerpo policial es tener previstos todos los escenarios y, por supuesto, no guiarse por un anuncio del partido del recorrido que iba a hacer el expresidente en su regreso. Es muy triste para todo el cuerpo que, durante años y años ha ido acumulando la confianza de los ciudadanos, sobre todo en los atentados de 2017, que por unas decisiones totalmente erróneas de la cúpula vea ahora cuestionada su credibilidad y profesionalidad. Los Mossos, como cualquier otra policía, deben recibir, evidentemente, directrices del conseller sobre cómo tratar a los ciudadanos que defienden y las pautas a seguir, pero la acción policial posterior debe ser estrictamente profesional y técnica y en esta línea debe trabajar el nuevo gobierno para recuperar de inmediato el prestigio perdido.

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