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“Gobernar para todos” con el fin de “unir, respetando la pluralidad” ante el avance de “planteamientos divisivos, demagógicos y populistas”, dejando claro que defender “la lengua, la cultura y la tierra no va nunca contra nadie”. Estos fueron algunos de los principales mensajes de Salvador Illa en su discurso de toma de posesión como president de la Generalitat, pensados para dar respuesta a los desafíos que deberá afrontar tanto a nivel de Catalunya como de España. La búsqueda de la unión desde el respeto a la diversidad supone un llamamiento a ir cerrando las trincheras después del ‘procés’ vivido en la última década, que tuvo en el referéndum del 1 de octubre de 2017 su momento más álgido y que continuó vivo con el enjuiciamiento y condena de la mayor parte de los líderes independentistas y la marcha al extranjero de otros, cuyo principal símbolo ha sido el que entonces era president, Carles Puigdemont. Precisamente, la investidura de Illa simboliza la posibilidad de acuerdos en la primera institución catalana que superen la brecha entre independentistas y no independentistas, al haber conseguido el apoyo de ERC. Y la defensa de la lengua, la cultura y el territorio sin ir “contra nadie” parece la respuesta a las críticas que a nivel estatal ha suscitado el contenido del acuerdo entre el PSC y Esquerra, sobre todo en lo que respecta al apartado económico, al prever que Catalunya acabe recaudando todos los impuestos y que pase a regirse por un sistema similar al del concierto económico. Críticas que no solo han venido del PP o de Vox, sino de formaciones que votaron a favor de la investidura de Pedro Sánchez y de dirigentes y presidentes autonómicos del propio PSOE. Lo cierto es que Illa no lo tendrá fácil para poder convertir en realidad estos principios. A nivel de Catalunya, comienza gobernando en minoría con 42 de los 135 diputados. Puede tener el apoyo más o menos estable de los 6 de los Comuns, pero habrá que ver qué sucede con los 20 de ERC que le han permitido acceder al cargo, después de que la consulta que este partido hizo a los militantes para que decidieran sobre el pacto con los socialistas ha evidenciado que está dividido casi a partes iguales entre los que defienden esta opción como la más realista y eficaz para lograr sus objetivos y los que abominan de un acuerdo con una formación no independentista. El resultado del congreso de ERC previsto para noviembre será decisivo, ya que las posibilidades de que Illa pueda recibir el respaldo de otras formaciones como Junts o el PP con casi inexistentes. Y a nivel estatal, aunque la vicepresidenta primera del Gobierno, María Jesús Montero, avalara ayer el pacto con ERC, el Ejecutivo socialista depende de una mayoría más que precaria para sacar adelante sus iniciativas en el Congreso, como  ha quedado claro en los últimos meses, al tener que incluir a socios tan diversos como Junts o Podemos.

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