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El President de la Generalitat, Salvador Illa, calificó ayer el catalán como la columna vertebral de Catalunya, a la que definió como una nación dentro del estado plurinacional español. Esta voluntad de preservar el patrimonio de la lengua, con la creación de una conselleria propia, debe concretarse tan pronto como se pueda en una hoja de ruta para el aumento de su uso. Es prioritario que el catalán deje de ser un instrumento político para que sea hegemónico, tanto en la administración, como en la escuela, y, sobre todo, en la calle. El catalán ha de ser necesario para vivir y trabajar en Catalunya y su conocimiento obligado, porque no hay otra forma de preservarlo y más con el elevado índice de inmigración, cuyo conocimiento de la lengua es un instrumento fundamental para su integración. Otro departamento clave es el de Economía, porque de él dependerán las negociaciones con el gobierno central para lograr esta singularidad fiscal tan reclamada y urgente. Catalunya no puede seguir siendo de las comunidades que más aporta al Estado sin que ello comporte un proporcional retorno de inversión. La situación de las líneas ferroviarias es otra de las asignaturas pendientes, cuya mejora y traspaso no puede demorarse. Las ideologías, sentimientos identitarios o sensibilidades sociales son lícitos en cualquier nación democrática, pero el día a día económico, sanitario, educativo, policial o cultural no debe verse afectado por las diferentes formas de ver y entender Catalunya y el primer objetivo del nuevo Govern es este: trabajar para mejorar la vida cotidiana de la gente, sin que ello implique por supuesto renunciar a los ideales de cada cual. En cuanto a Lleida, la capital urge a desencallar el polígono de Torreblanca para no perder el tren de la reindustrialización, clave para que la capital de Ponent complete su potencial agroalimentario con una mayor presencia de empresas que creen empleo y garanticen inversiones futuras. El PSC se pronunció durante la campaña electoral abiertamente a favor de culminar la autovía de la C-13 de Lleida a Balaguer, que ahora solo cuenta con un tramo desdoblado entre Térmens y Vilanova de la Barca. En los últimos años, la Generalitat había barajado construir un tercer carril pese a la reivindicación unánime del territorio de optar por los cuatro. Este es uno de los proyectos comprometidos por los socialistas en Lleida, pero hay más. El de mayor peso y más complejidad es probablemente la modernización del Canal d’Urgell, valorada en más de mil millones de euros, que deberá ir pareja de otras muchas inversiones para que la sequía no vuelva a amenazar campos, granjas y suministro de boca. Las energías alternativas tampoco deben demorarse y al conseller leridano, Òscar Ordeig, le corresponderá que el sector primario pueda seguir ganándose la vida, manteniendo así el pilar de nuestro progreso, colectivo e histórico.

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