La crisis migratoria
Seis meses después, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, vuelve a Mauritania en una minigira por África que le llevará también a Gambia y Senegal; los tres países de la fachada atlántica desde los que parten la práctica totalidad de embarcaciones que no cesan de llegar a Canarias. Lo hace esta vez con una agenda de encuentros en los que se pondrá el acento en la economía, después de que el ministro del ramo, Carlos Cuerpo, haya dado un golpe de timón en la estrategia que busca abrir nuevos proyectos empresariales que fomenten el desarrollo y el empleo en origen. La crisis migratoria es una realidad que hace bien en afrontar el ejecutivo central porque el ritmo actual de llegadas es insostenible. Así, la delegada del Gobierno en Ceuta, Cristina Pérez, informó el lunes que desde el 22 de agosto se ha registrado una media de 700 intentos diarios de entrada irregular en esta ciudad autónoma, con picos que alcanzaron los 1.500 intentos en un solo día. Y en Canarias día tras día se repiten las imágenes de migrantes rescatados y llegando a puerto. Se espera que en los próximos meses y con el mar en calma esta cifra aumente. La situación es pues muy preocupante y compete al gobierno del Estado equilibrar esta entrada masiva de personas que no puede asumir ninguna comunidad sin poner en riesgo el bienestar social de los propios emigrantes y tensar la paz social, que requieren una integración gradual y asumible. Especialmente sensible es la situación de Catalunya, que representa el 17% de la población española y acoge el 22% de los inmigrantes, colocándose como la comunidad más receptora. Y los catalanes, según el Instituto de Ciencias Políticas y Sociales (ICPS), son también los más abiertos a recibir a estos ciudadanos migrantes, pero siempre y cuando se controle y regulen los flujos. La integración gradual y no masificada es la única forma de conseguir que estos 1,2 millones de extranjeros que han llegado a Catalunya se sientan parte de la comunidad y asuman todos sus deberes y derechos. No abordar la problemática y mirar hacia otro lado solo beneficia a la extrema derecha, que generaliza los inconvenientes sin valorar ninguna de las ventajas.
Vestits de Paper
Mollerussa, junto a Amposta y Oporto, inicia un camino complicado pero ilusionante para que una de sus señas de identidad de la cultura popular, los Vestits de Paper, sean declarados Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Tradición, oficio y creatividad son el hecho diferencial del arte de coser, que se inició como una fiesta para modistas en los años 60, en honor de su patrona Santa Llúcia, y que puede convertir a la ciudad y a sus costureras en universales