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El nuevo curso empezó ayer para alrededor de 62.000 alumnos de Infantil, Primaria y ESO de Lleida y algo más de un millón en toda Catalunya, a los que el jueves se unirán los de Formación Profesional y Bachillerato. La gran mayoría de centros lo hicieron con toda la plantilla al completo, que este año ha seguido creciendo a nivel global a pesar de que el número de alumnos continúa tendiendo a la baja por los efectos del descenso de la natalidad registrado en los últimos años. A nivel de Catalunya, habrá unos 3.700 estudiantes menos, mientras que habrá 942 dotaciones docentes más, un total de 82.277 (hay que están cubiertas por dos profesionales a media jornada). En Lleida, han aumentado en 129, hasta las 6.156 (5.125 en el llano y 1.031 en el Alt Pirineu i Aran). Entre otras cuestiones, esto es fruto de la generalización de la rebaja de la ratio en Educación Infantil a 20 alumnos por grupo e incluso menos en los centros de alta complejidad, cuando hace unos años era de 25. La normalidad fue la tónica dominante del primer día, pero con una gran excepción, el boicot de los padres de Isona a un polémico maestro de Educación Infantil, repitiendo lo sucedido en años anteriores en Sort (2014), Torre de Capdella (2016) La Vall de Boí (2021) y Artesa de Segre (2022), cuando las familias también se negaron a llevar a las aulas a los niños a los que este docente debía dar clase. Y antes de estos planteles, al menos la directora de una escuela había remitido al departamento un informe sobre su labor, detallando, entre otros puntos, que los niños no entendían lo que les explicaba, pero que no podían preguntarle porque les contestaba mal, gritaba y era brusco. Paradójicamente, y tal como informó en su día este diario, este maestro consiguió una plaza de funcionario en el proceso de estabilización que hubo en 2023, que permitió que 13.000 interinos y sustitutos pasaran a ser fijos. Y todo esto después de que a raíz de los informes negativos que acumulaba fuera expulsado de la bolsa de sustitutos en 2017, decisión que el Tribunal Superior de Justicia revocó porque, aunque ratificó los informes, consideró que estos debían haberse hecho en el periodo de prueba inicial y no cuando ya llevaba 27 años ejerciendo, como era el caso. A partir de este hecho, sería bueno que el Govern pusiera de una vez el foco en que tener buenos docentes es la principal clave para que mejore el nivel educativo de los alumnos, mucho más que ir experimentando con continuos cambios de metodología y currículum. Hay que garantizar que su formación sea de calidad, prestigiar la profesión (incluyendo su remuneración) para que resulte atractiva para los estudiantes más brillantes y establecer mecanismos de control que eviten que titulados que no son capaces de gestionar una clase sigan trabajando simplemente porque están en la bolsa de sustitutos y que incluso puedan acabar siendo funcionarios.

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