SEGRE

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La madrugada del 23 de septiembre de 1874 se produjeron abundantes y torrenciales lluvias en la mitad meridional de Catalunya provocando grandes destrozos y desgracias, en Ponent especialmente en la comarca del Urgell, sobre todo en Tàrrega, donde las aguas provocaron centenares de muertos y arrasaron casas, campos y todas las infraestructuras que encontraron. Una desgracia que fue bautizada como la rubinada de Santa Tecla y no ha sido la única, porque desde esta fecha hasta que se han acometido obras de regulación y revestimiento en el Ondara, por poner un ejemplo, esta área geográfica ha padecido 33 desbordamientos del río. La intensidad habitual de las precipitaciones en el clima mediterráneo ha comportado muchas otras desgracias en nuestras comarcas a lo largo del siglo XX, sobre todo la riada del Segre en 1982, cuando entre el 7 y el 8 de noviembre se desbordaron este río transversal de Lleida y el Valira, provocando dieciocho muertos, arrasando literalmente el municipio de El Pont de Bar y dejando un panorama insólito en la capital del Segrià, en la que el agua inundó toda la parte próxima al río, teniendo que salir de sus casas muchos vecinos en barca. Todas estas tragedias, la última en Agramunt al desbordarse el Sió y provocar la muerte de 4 ancianas, han cambiado y mucho la regulación de los ríos de Lleida y han obligado a modificar normativas urbanísticas de terrenos y equipamientos construidos en los cauces o márgenes de todas las cuencas. Sin duda la construcción del embalse de Rialb y la canalización de los ríos, tanto en Lleida como en Balaguer por poner solo dos ejemplos, son las obras más importantes que evitan que en momentos de lluvias torrenciales se ponga en peligro vidas humanas, campos o inmuebles, y por mucho que la situación esté más controlada y que el cambio climático provoque períodos de sequía, no puede bajarse la guardia en la protección de los municipios y su actividad económica porque precisamente el cambio climático favorece gotas frías todavía más abundantes y extremas. Las inversiones en infraestructuras de control de los cauces siguen siendo prioritarias y desde el muro de contención de Cappont a las canalizaciones de los pequeños o grandes municipios han de estar entre las prioridades de todos los pueblos ribereños.

No hay derecho

Dos años después del cierre del monasterio de Sigena para ejecutar obras de rehabilitación del edificio, las obras de arte extraídas bajo custodia policial del Museu de Lleida a finales de 2017 en amparo del 155 seguirán ocultas al público al menos seis meses más. Una vergüenza sin paliativos y un ejemplo de cómo no actuar con el patrimonio cultural

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