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Agosto marcó el final de la crisis inflacionista vivida en los últimos años y septiembre confirma la tendencia. Así, la inflación se frenó ocho décimas hasta situarse en el 1,5%, lo que supone la tasa más baja en los últimos tres años y medio, en concreto, desde marzo del 2021, y que, además, queda medio punto por debajo del umbral de referencia del BCE. El descenso del precio de las gasolinas es lo más significativo, encadenando otro mes a la baja. También han contribuido el buen comportamiento de los alimentos y la electricidad, que subieron en el mismo mes del año pasado. Por otro lado, la inflación subyacente, la que no tiene en cuenta ni energía ni alimentos frescos, también ha continuado frenándose, y aquí también más de lo que se esperaba. Se modera tres décimas, hasta el 2,4%. Esta tasa, menos volátil, se considera un indicador más fiable de fondo, y en este caso, es la menor desde enero del 2022. Su freno este mes podría indicar que el componente que más preocupa, los servicios, el más reacio a la moderación de los precios, también va mejorando. Llevan dos meses, julio y agosto, con comportamientos dentro de lo normal y el dato de ayer apunta a que también se estaría normalizando. Desde el Ministerio de Economía señalan que tanto este dato, como el del crecimiento del PIB también conocido ayer, muestran “la fortaleza y el crecimiento equilibrado de la economía española”. No es para tirar cohetes, pero sumados estos buenos indicadores a la rebaja del precio del dinero y una reactivación de varios sectores hacen prever una cierta bonanza económica que nos puede dar un respiro. Temporeros turísticosLa diputación de Lleida, junto a representantes de ayuntamientos, entidades como los sindicatos UGT y CCOO y empresarios del sector hotelero, impulsaron a finales del pasado año un manifiesto que exigía la “regulación efectiva de las viviendas de uso turístico” en los municipios del Pirineo. “Tenemos a trabajadores viviendo en autocaravanas, a familias arraigadas en el territorio que ven cómo no les renuevan el contrato de alquiler porque quieren transformar la vivienda en la que habitan en piso turístico”, explicaba el alcalde de Vielha, Juan Antonio Serrano, en esos días. La falta de vivienda asequible no afecta solo a los temporeros del esquí o la hostelería, también a profesionales educativos y sanitarios que quieran ir a trabajar al Pirineo. Pues bien, Naut Aran es el primero que mueve pieza y promueve la construcción de hasta 60 apartamentos para todo tipo de trabajadores de temporada. Una mancha de aceite en un panorama yermo que requiere mucha más inversión, pero es la primera iniciativa en esta línea y hay que aplaudirla

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