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Lleida es la única capital de demarcación catalana sin ningún centro comercial de grandes dimensiones. La radiografía del comercio leridano dibuja una alta diseminación de pequeñas y medianas empresas. Lleida presume de contar con el Eix Comercial al aire libre más largo de Europa. Sin embargo, los alquileres de los locales de esta zona, especialmente en la calle Major, alcanzan cifras astronómicas, muy distantes de los precios de los alquileres en las vías adyacentes, donde gran parte de los nuevos negocios no duran mucho. Más allá del centro, los barrios (La Bordeta, Pardinyes, Balàfia o Cappont) cuentan con un menor entramado de pequeños establecimientos. Los de barrio son comercios, en su mayoría, relacionados con los servicios básicos: mercerías, tintorerías, panaderías, carnicerías, pequeños supermercados. Los del Eix son antiguos negocios de proximidad, algunos de ellos centenarios, que han ido cerrando para dar paso a las franquicias y a las tiendas auspiciadas por las grandes marcas, que pueden pagar alquileres más altos. En la Zona Alta de la ciudad, paradójicamente, resisten una serie de boutiques y la remodelación de uno de los cruces más importantes del interior de la ciudad, la plaza Ricard Viñes, ha dado vida y ha dignificado el hábitat de estas tiendas. Entre este sector y el Eix Comercial existe una barrera física y psicológica. La conexión más plausible entre ambos entornos comerciales y residenciales sería a través del Centro Histórico, pero pese al Parador Nacional del Roser y el esfuerzo de los últimos ayuntamientos, todavía existe esta frontera sociológica que para los restaurantes y ocio nocturno se ha roto, pero no aún para el comercio. Se puede decir que los ciudadanos prefieren rodear todo el centro que cruzarlo por la calle Cavallers u otras paralelas. Con la remodelación del Mercat del Pla, la Paeria pretendía incentivar el comercio y tránsito de ciudadanos por el Centro Histórico, pero de momento no lo ha conseguido. Mientras, en las afueras de la ciudad se han instalado varias medianas superficies comerciales que ofrecen variedad de productos tecnológicos y de bricolaje y que sin duda han consolidado clientela y ventas. Pero lo que sigue sin resolverse es cómo frenar el éxodo de compradores de Lleida y sus comarcas, desde el Urgell o la Segarra hasta la Franja o zonas de montaña, que cada fin de semana o festivo llenan las tiendas de Reus, Barcelona o Zaragoza. El rechazo al parque comercial de Torre Salses del anterior gobierno no se suplió con la concreción del Plan de la Estación, encallado desde hace casi dos décadas, o el impulso del Eix y Centro Histórico y nos encontramos en el mismo punto que hace casi diez años, cuando hicimos un editorial muy similar. Gobernar es decidir y está claro que la Paeria debe hacer todo lo que esté en su mano para que Lleida no siga en la cola del sector comercial catalán.

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