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Hoy se cumplen 85 años de la fundación del Lérida Balompié, el precursor del Lleida CF. El aniversario llega en un momento difícil para la entidad, que a nivel deportivo se encuentra en la cuarta categoría estatal y que todavía tiene pendiente cerrar los acuerdos con Hacienda y la Seguridad Social por el pago de su deuda, que estuvo a punto de provocar su desaparición tras la nefasta gestión de los hermanos Esteve al frente del Lleida Esportiu, cuando solo había pasado una década desde que la Unió Esportiva Lleida se vio abocada a la desaparición precisamente por las deudas que arrastraba. La aparición del empresario gallego Luis Pereira, de la mano con Vicente Javaloyes, evitó a principios de 2022 que el Esportiu corriera la misma suerte. Ahora, casi tres años después, Javaloyes ya está fuera, después de que la relación entre ambos acabara de mala manera, de tal forma que el conflicto se dilucidará próximamente en los tribunales. Y mientras, el equipo continúa en Segunda RFEF. No obstante, sí se ha producido un cambio sustancial, que es una mayor identificación de los aficionados con el club, que es palpable tanto a nivel de número de abonados como del de asistentes en los partidos en casa. Curiosamente, este fenómeno se ha producido a la par de que el Atlètic Lleida, creado por empresarios locales, ha ido subiendo peldaños hasta llegar a la Tercera RFEF, una categoría por debajo, y de que sus rectores dieran marcha atrás en el último momento a la opción de hacerse con la plaza del Badalona Futur, del mismo grupo que el Lleida CF. Tanto ellos como Pereira han manifestado en diversas ocasiones –con argumentos muy diferentes, eso sí– que de momento no hay posibilidades de llegar a un acuerdo. Habrá que ver qué sucede en el futuro, pero si la ciudad quiere aspirar a volver a vivir éxitos cada vez más lejanos como el ascenso a Primera División de la Unió Esportiva hace ya 31 años, será necesario que haya un único club capaz de aglutinar todas las fuerzas, tanto sociales como económicas.Homicidas al volanteEl informe que los Mossos d’Esquadra han remitido al juzgado sobre el conductor imputado por el choque mortal del pasado mayo en la N-II en Lleida, que costó la vida a una médica de Alcarràs y heridas muy graves a sus dos hijos, es demoledor. Afirma que iba bebido y drogado y circulaba como mínimo a 147 kilómetros por hora en un tramo limitado a 70 cuando invadió el carril contrario. Hay que respetar la presunción de inocencia en todos los casos, pero más allá de lo que decida la justicia, todos debemos ser conscientes de que conducir en circunstancias como las que indica este informe nos convierte en potenciales homicidas al volante.

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