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La conselleria de Salud ha hecho público esta semana un dato muy esperanzador en la lucha contra el cáncer: cerca del 90% de las mujeres que han sufrido un tumor de mama siguen vivas al cabo de cinco años. Es la prueba palpable de que los avances logrados por los investigadores en este campo se están trasladando de forma efectiva a los tratamientos que reciben las pacientes. En Catalunya se diagnosticaron el pasado año un total de 5.337 tumores mamarios, 293 de ellos en Lleida, lo que constata que esta enfermedad sigue teniendo una notable incidencia. El aumento de la tasa de supervivencia no se limita solo a las pacientes que tienen un tumor localizado, sino que incluye las que sufren metástasis, y lo mismo sucede con otros tipos de cánceres. Así, lo que hasta hace relativamente poco tiempo era visto por muchos afectados casi como una sentencia de muerte se está convirtiendo cada vez más en una enfermedad crónica igual que otras. No hay que cantar victoria, porque todavía queda mucho por hacer y hay tumores que provocan una alta mortalidad, pero hay que continuar por este camino, y esto depende entre otras cosas de que los gobiernos apuesten por la sanidad pública. Debemos ser conscientes de que solo así los avances médicos estarán al alcance del conjunto de la ciudadanía y que, en caso contrario, solo las personas que tengan más capacidad adquisitiva se beneficiarán de ellos. Precisamente, mujeres que padecen o han padecido un cáncer de mama destacaron esta cuestión el sábado, en el Día Mundial de esta enfermedad, afirmando que la curación no depende de la actitud de las afectadas, sino de las políticas en materia de sanidad pública, en las que también hay que englobar el fomento de la investigación. Los impuestos deben servir para financiarlas, y por eso hay que poner el foco en cómo se gestiona el dinero recaudado y en garantizar que quien más ingresos tiene contribuya más al erario público, en lugar de optar por la crítica populista cada vez más en boga de que los impuestos son malos de por sí. 

Integración escolar difícil

Las escuelas e institutos de Lleida ciudad están viendo cómo casi a diario se incorporan nuevos alumnos a sus aulas. La mayoría son recién llegados y entre ellos hay algunos que no hablan ni el catalán ni el castellano, con las consiguientes dificultades para integrarse al día a día en clase. En los últimos años, Educación ha priorizado reducir la segregación escolar con un mejor reparto de los niños que vienen de otros países y los de familias con pocos recursos, pero en cambio ha suprimido dispositivos como las aulas de acogida, y ahora directores de centros las reclaman como herramienta para la integración.

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