Partidismo extremo que deteriora las instituciones
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, anunció ayer que no acudirá este viernes a la Moncloa, donde estaba citada por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el marco de la ronda de reuniones bilaterales con todos los presidentes autonómicos. Alegó dos motivos: que rechaza de plano el pacto para que Catalunya tenga una financiación singular y lo que define como de “campaña de difamación contra ella” por parte de Sánchez y sus ministros a cuenta del caso abierto contra su novio, que también ha acabado comportando que el Tribunal Supremo haya abierto una investigación al fiscal general del estado por la presunta filtración de un correo electrónico vinculado al mismo. Ayuso adopta ahora el papel de víctima obviando que a lo largo de los últimos años sus intervenciones públicas como presidenta de Madrid han estado trufadas de ataques frontales al Gobierno central, como si desempeñara de facto el papel de jefa de la oposición por delante del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. Esto es así, pero tampoco parece lo mejor que el Ejecutivo del PSOE haya optado por el choque frontal. Porque al final, lo que acaban provocando estos conflictos son el desprestigio de las instituciones, que son utilizadas como ariete en la lucha partidista. Un ejemplo palmario es lo que ha sucedido con el Consejo General del Poder Judicial, cuya renovación estuvo bloqueada por el PP durante más de cinco años. Si la confianza de los ciudadanos en la justicia nunca ha sido muy elevada, este episodio ha servido para que la mayoría de ellos vean a los jueces como simples peones de los principales partidos. Y desde hace tiempo, los plenos del Congreso de los Diputados se han convertido en una especie de competición de a ver quién descalifica más y mejor a su adversario, dejando en un segundo plano los principales problemas que afectan a la población. Esta deriva, además de deteriorar la imagen de las instituciones, solo hace que propiciar el ascenso de opciones populistas y ultras que se presentan como los auténticos defensores de los ciudadanos de a pie.Relevo en la Julià CarbonellLa Diputación impulsó hace 22 años la creación de una orquesta sinfónica propia de las comarcas de Lleida, que fue denominada Julià Carbonell en honor a este músico de Lleida que fue profesor, pianista y director de corales. Durante todo este tiempo, Alfons Reverté ha sido su director artístico, puesto al que acaba de renunciar. Ahora se ha abierto el proceso de elección de su sucesor, y hay que confiar en que este cambio sirva para que la Julià Carbonell dé un nuevo salto adelante en su proyección tanto en la demarcación como fuera de ella