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Lo que empezó como un problema casi exclusivo de las grandes ciudades se expande como una mancha de aceite. El precio del alquiler ya supera el 40% de los ingresos en cuatro comarcas de Lleida. No es un simple dato estadístico. Según el Banco de España “la probabilidad de impago hipotecario se incrementaría a partir de cuotas hipotecarias que superen el 30% de la renta bruta del hogar”, mismo umbral que el de los arriendos, por lo que “el aumento de los precios del alquiler ha contribuido a generar situaciones de sobreesfuerzo, que se concentran entre los hogares con menores ingresos”. Dábamos cuenta en la edición de ayer de cómo se va hinchando una nueva burbuja inmobiliaria. Los pisos turísticos y los contratos de alquiler de temporada han vaciado el centro de las grandes capitales y han desplazado la presión hasta el punto que, de media, un contribuyente de la Cerdanya ha de destinar un 53,46% de sus ingresos al arriendo, una proporción muy parecida a la que debe destinar un inquilino de la Segarra (52,06%). La presión supera el 40% en otras dos comarcas del Pirineo, el Alt Urgell (47,63%) y la Val d’Aran (42,3%). Parece que no hemos aprendido la lección de la profunda crisis financiera de 2008 y volvemos a tentar a la suerte. Alquilar una vivienda (o comprarla) no puede ser un lujo al alcance de unos pocos. Las manifestaciones convocadas para el 23 de noviembre en Lleida, Barcelona y Tarragona son un aviso para navegantes. También ha habido movilizaciones en Madrid, Málaga, Valencia y Sevilla, amén de otras capitales europeas. Los bajos salarios y el empleo precario chocan de lleno con el incremento del precio de los alquileres, lo que condena a los jóvenes a no poder emanciparse. Una crisis de expectativas vitales que muchos expertos ya comparan con el descontento que activó el germen del 15M en 2011. Si son movimientos paralelos, ya se verá. Lo que es seguro es que cuando el alquiler sobrepasa el temido 30% de los ingresos, aunque las cifras macroeconómicas sean buenas, difícilmente se podrá avanzar. 

Puigdemont se hace fuerte

Apoyo sin fisuras de la militancia de Junts a Carles Puigdemont, que ayer fue reelegido presidente de la formación con el 90,18% de los votos. Los leridanos Violant Cervera, Jeannine Abella y Jordi Fàbrega forman parte de la nueva cúpula del partido, que se plantea como reto recuperar la centralidad política. El que fue 130 President de la Generalitat agradeció desde Waterloo el trabajo de Laura Borràs al frente de Junts y avisó de que en esta nueva etapa ha llegado la hora de “dejar de resistir y pasar a la ofensiva” sin renunciar a la unilateralidad, aunque no concretó cómo.

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