Tragedia y falta de previsión en València
La DANA descargó el martes toda su furia. Ya hay al menos 95 muertos y todo apunta a que serán muchos más porque hay todavía muchas personas desaparecidas. La peor parte se la ha llevado València, de donde son la mayoría de víctimas, tanto mortales como de las innumerables pérdidas materiales, agrícolas y ganaderas que se han producido. En Castilla-La Mancha fallecieron también dos ciudadanos, otros dos estaban aún desaparecidos y en Málaga también se produjo un fallecido por esta gota fría, que superó los 400 litros por metro cuadrado en un corto espacio de tiempo. Las lluvias torrenciales sembraron el caos en muchos puntos y dejaron a su paso un reguero de destrucción en la que es la peor tragedia meteorológica en el Estado en lo que llevamos de este siglo. Muertos, desaparecidos, carreteras cortadas, inundaciones, pueblos aislados y arrasados, miles de coches y casas destrozadas, miles de vecinos sin luz y un largo etcétera desolador. La jornada del martes estuvo marcada en rojo por la Agencia Estatal de Meteorología. Era “el día más adverso y excepcional” del episodio meteorológico, según la Aemet. Evidentemente hoy es el momento de poner a disposición de todos los damnificados la ayuda inmediata que necesitan, tanto para los que todavía están con el miedo en el cuerpo y el agua al cuello, como para los que se encuentran a salvo pero han perdido casa y enseres. No ha de ser fácil ver cómo en una noche toda tu vida se esfuma bajo miles de metros cúbicos de agua. Y, por supuesto, mucho más dramático aún gestionar la situación cuando has perdido a un miembro de tu familia, comunidad o círculo de amistades o conocidos. En eso estaremos todos de acuerdo, pero la urgencia de la ayuda no puede ni debe ocultar que la gestión de este fenómeno meteorológico ha sido pésima, desde el minuto uno. Ni se tomaron las medidas de prevención obligadas, ni se informó a las poblaciones que podían padecer las riadas, ni funcionó el sistema de emergencias que, por cierto, el gobierno valenciano de PP y Vox había eliminado nada más llegar al poder. En Lleida tenemos experiencia de desgracias parecidas pero València también, porque muy a menudo sufren los efectos de las gotas frías, como la que en 1982 causó la rotura de la presa de Tous, con 40 muertos, y debían haber tomado más medidas y sobre todo prevenir a la ciudadanía de la que se avecinaba. La rubinada de Tàrrega de 1874 provocó 200 muertos porque ni los ríos estaban regulados, ni había muros de contención y se construía sin ningún tipo de regulación en las riberas y barrancos. Tras la tragedia del 82 del Segre, con 20 muertos, se construyó Rialb y se redactaron los planes de inundabilidad obligatorios, que, por cierto, 10 ayuntamientos de Lleida todavía no tienen y otros 40 lo tienen caducado. Ya no deberíamos vivir en tiempos de aprender a golpes, pero seguimos ahí.