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La catástrofe provocada por la gota fría del martes y miércoles en València es todo un ejemplo de mala gestión administrativa y de la insigne colaboración vecinal. Se le podrá dar tantas vueltas y explicaciones como quieran y según a cada cual le convenga por intereses partidistas, pero se puede resumir en una sola frase: “Lección ciudadana, suspenso político.” Los hechos hablan por sí solos desde que, al mediodía del martes, el presidente de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón, obvió todas las evidencias advertidas por los servicios meteorológicos y constatadas por los marcadores hidrográficos, aseguró ante las cámaras que la gota fría se desplazaría sobre las 18.00 horas hacia Cuenca y que València podía estar tranquila. No es necesario hurgar más en la falta de previsión, la nula comunicación e información y la ausencia de autocrítica cuando la devastación y la muerte se había apoderado ya de varias localidades del País Valencià. Pero es que la cosa no queda ahí. El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, con un cinismo que sonroja, se desplazó a la zona afectada y en vez de pedir unidad y preocuparse por las víctimas, todavía muchos a día de hoy por rescatar, se centró en criticar al Gobierno central por no darle información de la tragedia que se avecinaba. El mismo Mazón, que estaba a su lado, ni se atrevía a levantar la cabeza ante unas críticas que desde luego no era ni el lugar ni el momento para expresar. Además apenas una hora después, el presidente valenciano comparecía con el presidente español Pedro Sánchez alabando la colaboración del Ejército y el Gobierno central y pidiendo unidad ante la desgracia. Esperpéntico. En el otro extremo, encontramos las lecciones de solidaridad que estamos observando, desde la de los propios vecinos valencianos, que se organizan en turnos para llevar comida, agua, curas médicas y enseres básicos a todos aquellos que se han quedado sin nada, hasta la otra riada, la del voluntariado que está surgiendo desde Lleida y toda Catalunya hasta cada rincón del estado español para colaborar en el auxilio de estas miles de personas que lo han perdido casi todo. Impuestos de sociedadesEl acuerdo político entre el PSOE y Junts para que la formación independentista preste su apoyo a los cambios fiscales que pretende impulsar el ministerio de Hacienda, no solo va orientado a crear un nuevo impuesto permanente sobre la banca y a dejar caer el gravamen extraordinario sobre las energéticas. El pacto entre las dos formaciones incluye una rebaja fiscal de cinco puntos en el impuesto de sociedades, que puede permitir un ahorro de 2.500 millones de euros a las empresas catalanas y dar aire a la alta fiscalidad que soportan las pymes

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