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Todo en la gestión de la catástrofe del País Valencià está siendo un desastre. Un caos y desorganización de proporciones tan gigantes como el drama que viven sus vecinos. Ni se les advirtió de la DANA que les amenazaba, ni se tomaron medidas de evacuación que podían haber salvado muchas vidas. Y cuando la tragedia, la desolación y la muerte ya les habían alcanzado, tampoco se ha sabido gestionar la ayuda ni las tareas de búsqueda de desaparecidos, ni la coordinación de los voluntarios. Por no hablar de la llegada en cuenta gotas del Ejército por cálculos de rédito político, de unos y de otros. En la Generalitat valenciana debería dimitir hasta el apuntador porque nadie ha estado a la altura y primero se negó lo evidente y después no se quiso pedir auxilio al Gobierno central hasta que la indignación popular les obligó. Por lo que respecta al Estado, ya decíamos ayer que ante la ineficacia manifiesta de la comunidad autónoma se deberían haber asumido competencias mucho antes, vía artículo 155, vía Estado de alarma, o lo que las leyes contemplen ante estos dramas. Y para colmo del despropósito, no se les ocurre otra cosa, sea la propia Casa Real, el ejecutivo central o la Generalitat valenciana, que organizar, cinco días después de la gota fría y aún con centenares de cadáveres bajo el lodo, un paripé de visita de los reyes a la Zona Cero. Y pasó lo más lógico del mundo cuando tienes a miles de personas desesperadas y desamparadas. Los vecinos lanzaron barro y todo tipo de objetos a los reyes, les abuchearon, al igual que al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y al presidente de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón, al grito de “asesinos” y “fuera, fuera”. Paiporta está indignada y descargó su ira con los máximos representantes del Estado. La reina Letizia también fue alcanzada por el barro lanzado. La comitiva oficial permaneció un rato bloqueada con un dispositivo de seguridad que perimetró a los vecinos. Finalmente, la visita fue suspendida tras los momentos de tensión y la que estaba prevista justo después, en el municipio de Xiva, ya no se llevó a cabo. Agentes de la Guardia Civil y otros cuerpos rodearon al monarca y los presidentes del Ejecutivo central y el autonómico, que acabaron manchados de barro. Los escoltas del presidente del Gobierno activaron el protocolo de seguridad y lo evacuaron después de que recibiese un golpe con un palo en la espalda. “Llevamos todos horas parados por ustedes”, le espetó uno de los vecinos a Felipe VI. “Lo sé, lo sé”, contestó él mientras seguía intentando calmar los ánimos. Una visita que fue un error garrafal de quienes la hubieran programado porque cuando todavía ni te has dignado a que los militares busquen con el material adecuado a los desaparecidos, no puedes, ni debes, buscar aplausos. La gente está harta de palabras y quiere que de una vez por todas se pase a la acción.

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