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El gasto farmacéutico por recetas del Sistema Nacional de Salud (SNS) sube cada año, una tendencia que se repite en todos los países y, más allá de los fármacos con recetas, lo que está llevando es a lo que se conoce como sobremedicación: una tendencia a tomar a veces tratamientos farmacológicos que no se precisan. En general, el consumo de medicamentos en el mundo ha aumentado por la aparición de tratamientos que permiten mejorar la esperanza de vida de las personas con enfermedades crónicas o que ofrecen una terapia a pacientes que antes no la tenían. Pero, además, hay una tendencia social generalizada a medicalizar los problemas de la vida diaria ya que numerosos estudios identifican un elevado porcentaje de pacientes mayores que toman medicamentos potencialmente inadecuados para ellos. Esta situación de medicalizar los problemas diarios sin hacer un uso más adecuado y seguro ha provocado que actualmente la sobremedicación sea un problema real en distintos países. España se encuentra en el top 3 europeo en consumo de antidepresivos, ansiolíticos y benzodiacepinas (en Lleida en Atención Primaria su uso ha aumentado un 12% en el llano y un 25% en el Pirineo en un año). Además de un alto consumo de psicofármacos, los medicamentos más consumidos son los analgésicos y antiinflamatorios, aunque también se encuentran entre los más vendidos el ácido acetilsalicílico o el sintrom. También es alta todavía la proporción de antibióticos que se consumen pese a las medidas que se han ido estableciendo para reducir el consumo y la prescripción. Además, hay veces que se mantienen en el tiempo tratamientos que se pautaron para un problema puntual, como puede ser el caso de las benzodiacepinas. Esta falta de control en el uso de la medicación actualmente se ve agravada por la sobrecarga asistencial de los especialistas de Atención Primaria. Los procesos de revisión, conciliación y desprescripción de la medicación son claves para evitar que un paciente esté recibiendo un tratamiento innecesario. Nos encontramos pues ante un problema que debería comenzar a resolverse en los Centros de Atención Primaria (CAP) o ambulatorios de los municipios más pequeños, pero la personalización médica y los tratamientos multidisciplinares requieren tiempo, coordinación y una adecuada comunicación con los pacientes, además de múltiples terapias alternativas, que van desde la vida sana al ejercicio y la comunicación social, que a su vez requiere inversión y personal. La diagnosis está clara y sería bueno que cuanto antes todas las administraciones abordaran esta problemática poblacional porque de la salud colectiva depende el estado del bienestar y más en una comunidad como la leridana envejecida y con la generación baby boom en las puertas de la jubilación. Los medicamentos curan pero hay dolencias que requieren otros tratamientos.

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