El agua, presente y futuro
En un entorno de predominio de una cultura urbana y de fortalecimiento de los discursos medioambientales, cada vez se cuestionan más los usos no eficientes del agua, y, especialmente, del regadío y concretamente del regadío extensivo. Por ello, ante este contexto “crítico” es necesario impulsar estudios, programas y estrategias destinadas a reivindicar el valor de la agricultura de regadío no solo por su impacto territorial en la lucha contra la despoblación en el medio rural, sino por su valor económico en la transformación del mundo agrícola y especialmente por su papel medioambiental. Hay que poner de relieve el conocimiento y la divulgación de los valores medioambientales de los regadíos para la población y para la preservación de la biodiversidad, el mantenimiento de nuestros paisajes y su contribución a la lucha contra el cambio climático. En esta línea, el grupo SEGRE impulsa las Jornadas Lleida 2050 para divulgar, comunicar, debatir y analizar los retos de futuro que tienen las comarcas de Lleida y el Pirineo, en un contexto de escasez del agua, de cambio climático y de la necesidad ya inaplazable de hacer más eficiente el uso y consumo del agua. Una jornada llevada a cabo ayer en la Llotja donde se analizaron desde el futuro de la gestión y tratamiento del agua, los trasvases y su viabilidad e idoneidad hasta la concreción de los canales de Lleida. Así, se dialogó sobre qué implica la gestión del Segarra-Garrigues por parte del ente de abastecimiento del agua Ter-Llobregat, el consumo de agua en las zonas turísticas y uno de los temas candentes de la actualidad: los usos del agua en agricultura y ganadería y la necesidad de modernizar el Canal d’Urgell. Sin olvidar el coste que tienen estas infraestructuras y quién debe asumir y en qué proporción las inversiones. El acto finalizó con la realidad de la sequía, el papel de la Confederación Hidrográfica del Ebro, cuyo presidente, Carlos Arrazola, clausuró el acto. Los debates estuvieron protagonizados por expertos de todos los ámbitos, estudiosos y académicos, sin olvidar, evidentemente, a los representantes de los diferentes sectores. Las conclusiones son amplias, pero con el denominador común de que hay que salvar el mundo agrario para asegurar un mínimo de soberanía alimentaria, para asentar a las personas en el territorio y para asegurar la biodiversidad que el planeta necesita. Y no hay nada más ecológico y conservador del medio natural que la payesía y la ganadería, a las que Lleida debe su progreso y que aporta casi el 20 por ciento del PIB a la economía catalana. Un éxito de participación y sobre todo un punto de partida para que los temas que preocupan a la sociedad leridana, tanto del llano como del Pirineo y Aran, tengan un foro en el que intentar encontrar soluciones, asumir errores y enfocar el futuro con el optimismo que necesitamos para crear progreso.