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Los trasvases siempre han sido un tema muy delicado porque los regantes necesitan el agua para garantizar sus producciones y los que todavía no riegan quieren hacerlo y reclaman concesiones. Y más si tenemos en cuenta que venimos de unos años de sequía que costó Dios y ayuda superar en la campaña del 2023, cuando muchos payeses perdieron parte de la cosecha, sobre todo cerealistas, por los recortes aplicados por el Canal d’Urgell ante lo vacíos que estaban los pantanos. Y en la presente cosecha han sido los viticultores los que han perdido muchos kilos de uva por falta de agua en el secano. Y este tabú se agranda aún más si de lo que estamos hablando es de interconexiones hídricas entre las cuencas del Ebro y las internas de Catalunya para el consumo de boca de la gran metrópoli de Barcelona. Partiendo de esta base y de que los expertos no auguran precisamente sobrantes de agua de cara al futuro, la propuesta de los colegios de Economistas e Ingenieros no ha sido bien recibida. Además, las competencias para cualquier pacto del agua entre los usuarios del Segre y Aguas del Ter-Llobregat, o quien fuera a asumir esta negociación, pasan por la Confederación Hidrográfica del Ebro y el gobierno central. Hasta ahí todos estaríamos de acuerdo, del mismo modo que la gran mayoría de regantes del Canal d’Urgell saben que el único camino para poder mantener su progreso y asegurar cosechas presentes y futuras es modernizar y hacer un uso más eficiente del agua. El importe estimado de la modernización es de 1.500 millones y es evidente que Estado y Generalitat asumirán la parte que les corresponde, pero los regantes deberán también contribuir económicamente y ahí es donde podría entrar la negociación de si el agua que ahorrarán abandonando el riego a manta podría derivarse a Barcelona y abaratar los costes de esta modernización. La decisión deben tomarla los usuarios de los caudales del Segre, teniendo sobre la mesa todos los datos de forma rigurosa y contando con que los trasvases son una competencia estatal. Ni se puede imponer, ni se puede relegar el progreso de las comarcas leridanas en aras de las necesidades de consumo del área metropolitana, pero tampoco rechazarlo de plano. El debate está abierto. La digitalización necesariaLa digitalización representa la cuarta revolución industrial y, en el caso de la demarcación de Lleida, alcanza el 87%, según explicó ayer el director general de Telefónica en Catalunya, Chema Casas, en el marco de la jornada Digitalización Empresarial, organizada por SEGRE. Unas líneas más arriba decíamos que el agua es la base del progreso de Lleida, pero sin la digitalización en todo Ponent y el Pirineo la prosperidad tampoco es posible

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