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Toda una actriz de la fama y reconocimiento como es el caso de la británica Kate Winslet, con una gran carrera que incluye títulos como Titanic, Revolutionary road o El lector, así como series de la talla de Mare of Easttown, ha saltado a la palestra esta semana porque, en una entrevista televisiva, rompió a llorar al recordar el acoso mediático de Hollywood que, a causa de su aspecto físico, sufrió cuando solo tenía 22 años y promocionaba el primer y exitoso film citado, junto a Leonardo DiCaprio. En el programa, un vídeo mostraba a un presentador criticando cruelmente su apariencia en la alfombra roja de los Globos de Oro, describiéndola como “derretida y derramada” en su vestido, añadiendo que necesitaba “dos tallas más grandes”. Y ese fue uno de los múltiples acosos verbales que padeció en aquella época. Si todo un personaje como es Kate Winslet, que está magnífica vista la talla que sea y que puede presumir de una profesionalidad sin resquicio alguno, aún sufre secuelas por el trato vejatorio que vivió hace más de 26 años, ¿cómo puede sentirse cualquier persona normal, especialmente menores y adolescentes, que en absoluto está preparada para soportar las críticas por su aspecto físico en una sociedad que lo valora más y que, por ejemplo, lo prima por encima de tener una buena formación laboral? Esta introducción está relacionada con el reportaje que publicamos hoy, según el cual los casos de trastorno de conducta alimentaria (TCA) se duplicaron en Lleida a raíz de la pandemia de la Covid y, en la actualidad, las unidades especializadas del hospital de Santa Maria y de Sant Joan de Déu atienden por este motivo a más de 650 personas al año, de los cuales en este último centro 250 casos correspondían a niños y adolescentes. Los expertos alertan de la gran presión estética que sufren, especialmente en el mundo de las redes sociales, y el preocupante problema que supone el hecho de que la delgadez se confunda con el ideal de belleza y esta se considere sinónimo de éxito y felicidad. En el mismo reportaje, reproducimos el testimonio de una adolescente de Lleida que se ha sometido a tratamiento tras aceptar que sufría un TCA. Explica que desde pequeña era objeto de comentarios, incluso de personas mayores, sobre su cuerpo y esto le hizo creer que, si perdía peso, sería más feliz pero, en realidad, fue todo lo contrario. En definitiva, la joven ha sufrido un suplicio por unos motivos totalmente evitables. En este sentido, los expertos instan a mejorar la autoestima olvidándose del perfeccionismo y la autoexigencia, evitando que lo que opinen los demás condicione la actitud de cada uno, a la vez que alertan del peligro que supone la dependencia de las redes sociales y el exceso de tiempo que dedican a ellas, especialmente adolescentes y jóvenes. Son consejos a tener muy en cuenta y, lo mejor, es que deberían ser de sentido común.

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