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Las negociaciones del acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercosur, que arrancaron hace casi 25 años, llegaron a su punto culminante el viernes en Montevideo tras alcanzar un tratado histórico, que se rubricó con un apretón de manos entre la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y los líderes del bloque sudamericano en la cumbre de jefes de Estado celebrada en la capital uruguaya. Sin embargo, el pacto, que reducirá los aranceles para un mercado de más de 780 millones de personas a ambos lados del Atlántico y que aún tiene que ser aprobado por el Parlamento y el Consejo de la UE, está levantando ampollas, por lo que puede comportar para algunos ámbitos productivos. Porque, mientras desde la Comisión Europea se felicitan de las posibilidades que aporta el pacto con Mercosur para las exportaciones, por ejemplo del sector automovilístico, el sector agrario se lamenta de que supone cambiar coches por el campo. De este modo, agricultores y ganaderos europeos ya han convocado las primeras protestas, que llegarán hoy mismo a Bruselas y, en el caso de España, el día 16 a Madrid, ante la sede del ministerio de Agricultura. Y es que la patronal de la producción del vacuno, Asoprovac, advierte que el acuerdo puede suponer la entrada al mercado europeo de 99.000 toneladas de carne de vacuno en forma de piezas nobles desde los países que conforman Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay y, en proceso de ingreso pleno, Bolivia, o de adhesión, Panamá), concretamente solomillos libres de aranceles. Estos productos cárnicos, que están entre los más valorados por los consumidores, llegarán a un coste entre 18 y 32% inferior al producido en Europa, apuntando directamente a la competitividad de los ganaderos del viejo continente. Y si el sector vacuno está en estado de alerta, no lo está menos el avícola. Así, su patronal, Avianza, afirma que con el acuerdo firmado el viernes, Europa importará 180.000 toneladas adicionales de pollo, desplazando la producción local. Además, la falta de etiquetado de origen en productos procesados oculta a los consumidores el impacto real. Estos son solo dos sectores, muy importantes en el campo de las comarcas leridanas, que alertan del peligro que supone para su futuro el acuerdo con Mercosur, pero su efecto puede extenderse mucho más allá. No hay que olvidar que buena parte de esos países son también productores de fruta, aunque las fechas de las cosechas son diferentes a las de Ponent. Queda camino por recorrer y el histórico no de Francia puede que se refuerce en el caso de que el presidente Emmanuel Macron deje las horas bajas en las que está inmerso, pero lo que queda claro es que las reglas de juego de los mercados van a cambiar y se debe hacer todo lo posible para que sea en positivo.

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