El sistema sanitario, un bien a preservar
El equipo de hospitalización a domicilio, que trata a diario a unos 60 pacientes en sus casas para acortar estancias largas en el Arnau o evitar ingresos, es una buena iniciativa que no solo comporta comodidad a estos enfermos quirúrgicos o médicos del centro leridano, también puede mejorar su salud. Como será positiva la supervisión telemática que se pondrá en marcha el próximo año y el área específica para parturientas, con salas individuales y servicios para dilataciones. La intimidad y el bienestar es un elemento muy valorado cuando uno está ingresado en un hospital y en la misma proporción que avanzan los tratamientos médicos, debe hacerlo también el trato dado a los enfermos. Es evidente que lo que siempre prima es la cualidad, la eficacia y los instrumentos imprescindibles para acometer cualquier dolencia y que la sanidad pública es una garantía de técnicas y profesionales de primer nivel, pero el confort, la empatía y los cuidados con los enfermos y su entorno es un valor que debe tenerse en cuenta, porque es vital para la evolución positiva de cualquier enfermedad. El sistema sanitario catalán está entre los mejores de Europa, por mucho que los recortes iniciados en la crisis del 2008 y el aumento de pacientes en los últimos años provoquen colapsos en determinadas épocas en urgencias y largas listas de espera. La salud, tanto física como mental de nuestra sociedad, es uno de los pilares más importantes a preservar, mantener y, por supuesto, mejorar. Espíritu navideñoVivimos días de espíritu navideño en que la solidaridad con las personas más vulnerables, sea porque viven solas, no tienen techo o carecen de los bienes más imprescindibles como son casa y comida y compañía, se hace más evidente que nunca y entidades sociales u ONG organizan todo tipo de cuestaciones, comidas, donaciones o encuentros para hacer más llevaderos estos días, especialmente familiares. Nuestra gratitud a estos colectivos que dedican su tiempo y esfuerzo en pro de los demás nunca será suficiente y jamás estará recompensado del todo, pero tampoco es la pretensión de estas personas cuyo único objetivo es ayudar a los demás. Dicho sea esto, todas las administraciones deben acometer estas circunstancias como un deber más de su servicio público, que no es propio de la caridad, sino de la justicia colectiva. Pagamos muchos impuestos para disponer de carreteras, escuelas, centros médicos, hospitales, universidades, alumbrado público, seguridad, limpieza y todo tipo de servicios públicos, pero una parte de estos ingresos que gestionan tanto los ayuntamientos como las comunidades autónomas o el propio estado debe estar destinado a los más necesitados.