Es hora de afrontar el futuro de la cárcel de Lleida

El Centre Penitenciari Ponent registró la tarde del sábado un nuevo incidente, cuando un preso provocó un incendio en su celda y agredió a los tres funcionarios que acudieron a sofocar el fuego. Es uno más de una lista muy larga, como prueba el hecho de que, según los datos del Govern, entre 2017 y 2023 un total de 113 trabajadores fueron agredidos por internos. Los sindicatos llevan años denunciando deficiencias a nivel de dotación de personal y de los medios de los que disponen para prevenir y hacer frente a estos ataques y que estos apenas tienen consecuencias en forma de castigo para los que los cometen. Se trata de una situación generalizada en el sistema penitenciario de Catalunya, pero en el caso de Lleida hay una circunstancia que hace que sea peor: la prisión se ha quedado obsoleta desde hace tiempo. La antigüedad de las instalaciones favorece que pueda haber este tipo de incidencias en una cárcel que además concentra a buena parte de los reclusos peligrosos de toda Catalunya. No es que lo digan los representantes de los trabajadores, sino que el propio Govern admitió ya hace unos años que el recinto debía de ser objeto de una renovación integral o bien construir otro nuevo para proceder a su cierre. Por unas cosas o por otras, entre ellas los procesos electorales, esta decisión se ha ido demorando, así que es hora de que la Generalitat coja el toro por los cuernos y se ponga manos a la obra en una solución que debe pasar por la clausura de la actual prisión y su traslado fuera de la trama urbana de la ciudad.

“No” al recorte en ciencias

El departamento de Educación mantendrá el próximo jueves una ronda de reuniones con profesores del ámbito científico y tecnológico, con representantes de sociedades científicas, de las sociedades pedagógicas, directores de centros de Secundaria y rectores de las universidades para definir el nuevo currículum de Bachillerato, tras el alud de críticas a su propuesta inicial de fusionar las asignaturas de física y química, por un lado, y de biología y ciencias ambientales, por el otro, reduciendo también a la mitad el horario lectivo que ahora suman entre las cuatro, y todo eso después de que hace dos cursos este se redujera de cuatro a tres horas semanales para cada una de ellas. La conselleria argumenta que el ministerio la ha emplazado a adaptar el currículum a la ley orgánica estatal, la Lomloe, pero más allá del marco legal, está claro que no puede rebajarse la docencia de estas materias, que son claves para la formación de futuros científicos. Así, igual que rectificó con su plan de que literatura catalana y castellana pasaran a ser solo optativas en Bachillerato, sería bueno que ahora hiciera lo mismo