Europa va tarde
En tiempos de pandemia, la UE vio claramente que tenía que incrementar su poder tecnológico porque la dependencia de países asiáticos o de EEUU para disponer de chips de computación para transmitir datos era tal que durante meses se quedaron muchos sectores sin poder servir productos ante esta carencia. En ese momento, hace ya 5 años, se anunció a bombo y platillo que los 27 actuales Estados miembros de la UE iniciarían una rápida apertura de fábricas para retener talento y no estar tan supeditados a industrias foráneas. Ha pasado un lustro y por fin parece que la Comisión ha entendido que Europa debe convertirse en un bloque unitario para competir con EEUU, China, Rusia o países emergentes. Seguramente vamos tarde, al igual que con las políticas democráticas que frenen el avance de la extrema derecha, pero vale más tarde que nunca. Al menos esa impresión dio el miércoles el discurso de Ursula von der Leyen, la presidenta de la Comisión, que aseguró que hay que pelear para no quedarse atrás frente a las grandes potencias o al menos minimizar la brecha existente como el gran desafío que tiene la Unión Europea por delante: la Brújula de Competitividad, su hoja de ruta y cómo financiarla. Es decir, invertir 800.000 millones los próximos años para salir de la “lenta agonía” en la que se encuentra el Viejo Continente. Ese dinero es fundamental para cerrar la brecha de productividad del 20% de la UE respecto a EEUU y que se va agrandando en sectores clave como el tecnológico. El documento que presentó Von der Leyen el miércoles lo mencionaba, pero no entra en profundidad en cómo lograr esos fondos. También reiteró la necesidad de profundizar en la Unión Bancaria y en la Unión del Mercado de Capitales que están paralizadas. A pesar de la falta de concreción y consciente de la división en el seno de la UE sobre las fórmulas para financiar las inversiones, especialmente en lo que tiene que ver con la emisión de deuda conjunta a través de eurobonos, la presidenta cree que las claves son “la velocidad y la unidad”. Veremos en qué se concreta. La Seu Vella, punto y seguidoLas iglesias románicas de La Vall de Boí consiguieron, en el año 2000, el sello UNESCO de Patrimonio de la Humanidad. Dos años antes, en 1998, la Roca dels Moros de El Cogul, las Coves d’Antona en Artesa de Segre, les Roques Guàrdies de Les Borges Blanques o la Cova dels Vilars d’Os de Balaguer, entre otras manifestaciones rupestres de la demarcación leridana, lograron el mismo distintivo. A estas iniciativas de éxito debe seguir el reconocimiento artístico, arquitectónico e histórico del Turó de la Seu Vella de Lleida, por mucho que ayer sufriera un pequeño revés. Es de justicia y hay que perseverar