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Los agricultores de las zonas afectadas por la superpoblación de conejos están asumiendo un gasto de en torno a mil euros por hectárea, a los que hay que sumar unas veinte horas de trabajo, para vallar sus fincas y proteger sus explotaciones de los roedores. “No es una solución, porque le echas el problema al vecino, pero te permite reducir los daños en tu explotación”, coincidían en opinar para SEGRE Núria Bacardí, Àlex Foix y Joan Piera, agricultores del Urgell afectados por la emergencia cinegética. En el cereal, la disyuntiva se dirime entre cosechar o no hacerlo. Agricultura recomienda proteger con malla conejera los árboles, una operación que los agricultores ven apropiada para el frutal, el almendro y el olivo, que se plantan a distancias de 5x5 a 7x7 metros, pero no para la viña, de mayor densidad. Ante esta realidad, el departamento de Agricultura está preparando una nueva orden para conceder a los agricultores ayudas para instalar las mallas conejeras de protección en los árboles. La anterior, de hace dos años, terminó derivando en un fiasco, ya que únicamente llegaron a los agricultores 19.000 euros de los seis millones que había consignados. Paralelamente, la Generalitat ha confirmado que la muerte de cuatro ovejas hace unos once días en el municipio de Castell de Mur se debió a un ataque del lobo. “Es duro, pero es el futuro que nos espera”, publicó el alcalde de Sant Esteve de la Sarga y ganadero Jordi Navarra en redes sociales. Tras el ataque, Agentes Rurales llevaron a cabo tareas de seguimiento del lobo en la zona. También advirtieron a ganaderos sobre la posible presencia de esta especie y les asesoraron sobre cómo proteger a sus animales. La predación en Castell de Mur llega después de que el Govern aceptase indemnizar al ganado muerto en Boumort por el ataque del lobo a finales de 2024. A los conejos y ahora a los lobos hay que sumar evidentemente los osos y corzos en el Pirineo y los jabalíes, con lo que la preocupación por el descontrol de la fauna silvestre y sus efectos adversos suponen ya un problema de primer orden en el campo y en algunas zonas los daños pueden llegar al 100% de la cosecha. La conselleria ha hecho un llamamiento al conjunto de la sociedad, a todas las administraciones públicas y a las organizaciones y entidades que pueden hacer control cinegético para que ayuden, cada cual con lo que pueda, porque el problema ha venido para quedarse. Y la demanda es acertada porque el descontrol y los daños son evidentes, pero corresponde precisamente a la Generalitat eliminar algunas trabas burocráticas que impiden la protección de los campos contra algunos animales y poner los instrumentos necesarios para no diezmar aún más el mundo rural y su agricultura y ganadería. Es una auténtica prioridad de cohesión y de reequilibrio territorial y un eslabón imprescindible para el asentamiento en los pueblos.

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