Dejar la empresa
RRHH / SeleccióN del TalentO
Me voy Esta es una de las expresiones más repetidas por parte de algunas personas en el trabajo, a final de cada verano y especialmente en los últimos años. Quienes las pronuncian son empleados que afirman estar buscando respuesta a alguna de sus inquietudes, como una oportunidad para salir de la rutina, una apuesta por nuevos retos, acabar con una sensación de estancamiento o mejorar las condiciones de trabajo. Todos con expectativas de mejora que les hacen creer que merecen y que, en su opinión, no están encontrando en su empresa actual.Oportunidad de mejora mutuaLa sensación de roto inicial que con su anuncio de baja voluntaria provoca la salida de un empleado estable en la empresa es algo inevitable e inicialmente cierto. Siendo el agujero que producen, en la mayoría de los casos inversamente proporcional al tamaño de la organización. Una realidad que viven de forma muy distinta las empresas según el tamaño de su organigrama, con reacciones como las de algunas pymes en las que, la propiedad o la gerencia se despecha con reflexiones como: “Ahora que empezaba a dominar el trabajo, va y nos deja.” Hasta las de las empresas con un organigrama más abultado que encajan el cambio con normalidad. Sin embargo, un cambio de empresa, en la mayoría de los casos, debería ser contemplado como una oportunidad de mejora bidireccional, ya que, si bien es cierto que pasada la etapa inicial, de substitución del empleado saliente y, durante la cual es inevitable la comisión de mayor número de errores que en la fase anterior, entramos en una etapa en la que también podemos dar por hecho que quien se incorpore con nosotros contará con la motivación y la energía para desempeñar con éxito su nuevo trabajo y en consecuencia unos y otros podamos mejorar cualitativamente el desempeño y el grado de satisfacción.La vuelta al trabajoTanto si te reincorporas a tu puesto habitual como si empiezas en una nueva organización en estas fechas, es importante que previamente hayas sido capaz de disfrutar de unas vacaciones reparadoras en las que, dentro del caos y la ruptura con la rutina habitual, hayas mantenido un cierto orden tanto en el horario, el ejercicio físico y la alimentación que facilite la sincronización con la vuelta a la normalidad laboral, administrando la reserva de fuerzas que deberán darte el suficiente oxígeno para cubrir las distintas etapas de exigencia que te esperan hasta los próximos descansos y que deberás saber dosificar. Quienes se incorporan a sus empleos habituales deberán evitar el riego del síndrome de burnout, reconocido por la OMS como enfermedad profesional y que, aunque tiene su origen en el ámbito laboral, lleva a quien lo padece a sentirse quemado dentro y fuera del trabajo. Y los que aterricen en una nueva organización que a buen seguro irán con las pilas de la motivación bien encargadas será necesario que sepan gestionar su aterrizaje sin salirse de la pista, primero observando bien el terreno que pisan y descubriendo de forma gradual quiénes lo habitan y cuál es la fuerza real de cada uno de los jefes y compañeros, evitando las críticas hacia la empresa de procedencia, ya que el mundo laboral es muy pequeño y, por las sendas de las fusiones, acuerdos entre empresas o de la propia rotación de los jefes pueden llevar a que los caminos que un día se separaron puedan acabar cruzándose nuevamente y ponga en riesgo su estabilidad.