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A propósito de los NobelEstos días asistimos a la entrega de algunos de los premios Nobel. Desde el año 1901 hasta el 2023, estos han recaído en 989 personas, de las cuales solo el 6% han sido mujeres. Un porcentaje testimonial que, a buen seguro, tiene que ver más con razones y prejuicios sociales que con las propiamente competenciales. Más alarmante es el ínfimo porcentaje de mujeres que lo han alcanzado en las especialidades de medicina, física y química. Y es que, lo que ocurre con los Nobel, no es nada distinto a lo que sucede con el histórico de otros premios, menciones y reconocimientos que simbolizan muy bien el papel que la sociedad ha reconocido a los hombres y mujeres a lo largo de nuestra historia.La brecha de género en el ámbito académicoEsa diferencia en los reconocimientos no es fruto de la casualidad y sí de un largo camino de desigualdades. Si miramos los datos sobre las matriculaciones en las Universidades Públicas españolas publicados por el Ministerio de Educación en el curso 2022-2023, lo primero que vemos es que el número total de mujeres matriculadas es ligeramente superior al de los varones. Sin embargo, si ponemos la lupa en las especialidades, veremos que estas son el triple en Salud, el doble en Educación, Artes, Humanidades y Ciencias Sociales y, en cambio, solo representan la cuarta parte en Informática y la mitad en Ingeniería. Muy en consonancia con las cifras que publica la UNESCO, indicando que la presencia de las mujeres en las carreras que tienen mayor desarrollo en la sociedad actual, esta apenas representa el 30%.Constructores de brechasSeñala María José Aguilar Idáñez, Catedrática de Trabajo Social y Servicios Sociales, que después de revisar multitud de trabajos nadie debería poner en duda dos aspectos: la tremenda brecha de género existente, mayor en la medida que se sube en el organigrama de la toma de decisiones, y en segundo lugar la necesidad de incorporar el talento femenino a la ciencia y la tecnología. Por lo que nos dice la catedrática, parece ser que todo el mundo ha descubierto la brecha, esa enorme zanja que separa a un lado a los varones y al otro a las mujeres, una brecha que ha sido construida con las manos de una gran proporción de varones a los que esta les beneficiaba. Todo ello con la connivencia de los poderes y el empleo de todo tipo de materiales, desde los sesgos, los prejuicios y los estereotipos sociales que aparecen debajo de la falta de corresponsabilidad en las tareas domésticas y familiares o de la formación poco inclusiva que acaba llevando a que unos y otras no gocen de las mismas oportunidades.

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