Empoderamiento, ¿arma de doble filo... hasta cuándo?
RRHH | SeleccióN del TalentO
Empoderamiento en el ámbito laboral.
Es una estrategia de gestión, en la que el departamento de HHRR pone a disposición de los empleados los medios necesarios para la realización de su trabajo de una forma “autónoma”. La mayoría de las fuentes que tratan este tema, desde las escuelas de negocios (IESE, EAE, etc.) hasta los organismos relacionados con el ámbito laboral (OIT, FEM, etc.) aconsejan el empoderamiento de todas las personas en el trabajo y señalan, como palancas a impulsar, aquellas que vayan destinadas a promover la inclusión y el compromiso de todos los empleados. Por su parte las empresas manifiestan en su mayoría obtener una mayor satisfacción laboral, implicación, iniciativa e innovación. Así como la necesidad de un menor control sobre la ejecución de los trabajos.
Efectos deseables e indeseables.
El IESE, además de señalar los efectos positivos, resalta que el empoderamiento entre los empleados de una organización puede ser un arma de doble filo –que lleve a un comportamiento poco ético de los empleados cuando se les empuja a tener iniciativa sin resolver antes los obstáculos a los que deben enfrentarse. Si queremos alcanzar los efectos deseables y esquivar los negativos es necesario que la empresa evite la aparición de los llamados hindrance stressors o factores estresores laborales que aparecen entre los empleados. Correspondiendo a los líderes empoderadores ejercer un papel facilitador que no se sustente únicamente en una autoridad formal sino también en aquella que emana de la confianza. Y neutralizando, así, la posible ansiedad que pueda darse ante la percepción de una mayor responsabilidad por parte de los colaboradores.
Empoderamiento femenino. ¿Hasta cuándo?
Coincido en que en las empresas sigue habiendo razones como la brecha salarial o la desigualdad de oportunidades que hacen necesarias decisiones facilitadoras del empoderamiento femenino. Dicho esto, y hablando del tema el pasado fin de semana mientras comía con mi mujer y unos amigos, uno de ellos catedrático en la UdL, nos comentó: “En mi asignatura más del 80% son mujeres.” Llegado el lunes y pasando de la mesa del restaurante a la de la fisio y comentándolo con esta me espetó: “Constantino, ¡muy pronto seremos el 100%! Solo entrará alguno si reservan alguna plaza para discapacitados.” Eso que me dijo ella y que me lo tomé como una ocurrencia, hay hombres que temen que sea así y, sitúan el origen de su temor en decisiones que puedan ir más allá de la inclusión y que caigan como lo han hecho en otras ocasiones los políticos en el buenismo. Como siempre el éxito del empoderamiento estará en la toma de medidas que tengan que ver con que la mujer ocupe su puesto de igualdad respecto al hombre, pero no en base a desplazarlo como hasta ahora se había hecho con la mujer.