LA CONTRACRÓNICA
Culpa, penitencia y reconciliación
D espués de otro verano en el que, de nuevo, hemos conseguido otro sufridísimo ascenso administrativo y tras más de 190 días sin competición en casa, por fin ha vuelto la Liga al Barris Nord. Ver ganar a los Cavaliers de LeBron (solo de LeBron) y volver a renegar de Scariolo para ganar otra medalla olímpica está bien, pero, no nos engañemos, lo que apetece es acudir viernes tras viernes al “Barris” para ver (y si es posible disfrutar) con nuestro Força Lleida.
Tras la decepción de la pasada temporada parecía del todo necesario un cambio radical que trajera nuevos aires. El descenso fue calificado como un accidente. No estoy totalmente de acuerdo, en todo caso, fue un accidente que se intuía, que se veía venir. La renuncia a las propias ideas y la apuesta por jugadores desconocidos solo en contadas ocasiones suele salir bien. La “culpa” del descenso ha tratado de ser compensada por la directiva con determinación para emprender otro rumbo, otro camino distinto al que parecía irremisiblemente tomado hasta 2018, y sabiendo aprovechar las circunstancias federativas y políticas. La consecución de la plaza en LEB Oro me parece meritorio. Es verdad que en algunos foros se ha llegado a decir que nos movemos mejor en los despachos que en la pista, pero en definitiva, bien está lo que bien acaba. La “penitencia” ha sido cumplida sobradamente.
El mejor inicio en la historia del club ha logrado la reconciliación con la afición y hace que, de momento, el básquet vuelva a ser objeto de demanda social. Pero seamos realistas, el apoyo del público (que no de la afición) seguirá contando en función de los resultados del equipo. En cualquier caso, lo que más me ha alegrado en este inicio de curso es el ascenso de categoría de los equipos júnior y cadete. Ese sí es el verdadero futuro.