Globalización e identidad

Cada vez hay más clubes europeos en manos de propietarios extranjeros y, en especial, chinos. ¿Será el Lleida Esportiu el próximo? He Jun, director de Bo Yang Investment, la empresa china que patrocinará al club leridano hasta 2020, dijo textualmente que “no hay nada imposible, pero ahora no es el momento”.

El repentino interés de las grandes fortunas chinas por invertir en el fútbol extranjero en los últimos años responde, como ya es sabido, al plan urdido por el Gobierno de Pekín de convertir al gigante asiático en una potencia del fútbol mundial y congraciarse, de paso, con el líder del Partido Comunista, Xi Jinping, un gran fan del fútbol. Una evidencia más de que para China los réditos políticos pueden resultar tan valiosos como los ingresos monetarios en este mundo globalizado.

La globalización, sin embargo, hace que cada vez sea más difícil sostener esos sentimientos de identidad local. Si todas las ciudades empiezan a parecerse entre sí a causa de la globalización económica (todas tienen su Starbucks, su McDonald’s o su Zara), ¿cómo se pueden potenciar las identidades locales? La respuesta está en las personas y en sus sentimientos. En las entidades deportivas es la gente la que ríe, grita, llora, se emociona, protesta, sueña y canaliza sus sentimientos a través de unos colores, ya sean los propietarios de aquí o de allá.

Por eso es mucho más que importante, diría que fundamental, que club y peñas del Lleida resuelvan sus desavenencias. Todos tienen argumentos para defender su posición de forma respetable, pero a la vez no existe conciliación posible si cada parte no se presta a hacer una concesión a la otra. La voluntad de diálogo y de, al menos, tratar de entender al otro es lo que lleva a un entendimiento, a una armonía muy necesaria.

El Lleida, con el reciente acuerdo de patrocinio, parece que no sufrirá esta temporada las turbulencias económicas de la pasada. El Camp d’Esports luce mejor que nunca con el flamante césped y hay que confiar que el equipo mejore. Ahora hacen falta las peñas.