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Casares, uno de los destacados del partido, pugna por un balón con un defensor del Badalona.

Casares, uno de los destacados del partido, pugna por un balón con un defensor del Badalona.

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Lástima de la niebla y el frío, porque no permitió ver con la suficiente claridad –me cuentan que por televisión la cosa tampoco mejoró demasiado–, uno de los mejores partidos del Lleida esta temporada. Y las bajas temperaturas consiguieron que acudiese al Camp d’Esports tan poco público como en el anterior encuentro, lo que ya es una tónica preocupante. Pero se ganó que, al fin y al cabo, era lo único importante. Porque, tal y como están las cosas, la clave está en ganar. Lo demás, ahora mismo, es complementario y va a dar igual si el triunfo llega jugando mejor o jugando peor. Lo verdaderamente importante es que llegue.

Este paréntesis navideño, por lo que concierne al Lleida, ha sido atípico. El equipo lo inició en crisis, pese a la última victoria del 2016 ante el Eldense. Y con los tambores de guerra sonando en el Camp d’Esports. Pero la realidad es que los días pasaron de la manera más plácida posible. Un cierto run-run a causa del despido de Horacio Melgarejo, el segundo entrenador; el nombramiento de nuevo segundo de Siviero despachado en un plis-plas; y del mercado de invierno ni mú. Aunque podrá ficharse porque se han abonado las deudas con los ex. Lo único que ha quedado han sido las palabras de Jordi Esteve, el director deportivo. Su “estevina” fue clara y diáfana. Lo dijo con nombres aunque no hacía falta, porque todos entendieron a quienes se refería cuando dijo aquello de que “o las vacas sagradas se ponen las pilas o va a haber mucho movimiento de taquillas durante el mes de enero”. Y viendo lo visto ayer ante el Badalona –¡bueno! lo poco que se pudo ver, pero no por el juego en sí, sino por la niebla–, la arenga ha debido de cuajar porque la actitud en general del equipo, y sobre todo su agresividad en el campo, fue otra muy distinta a lo que se venía observando a lo largo de la primera vuelta. De puertas afuera todos aseguraron que los profesionales, que saben de que va esto, están ya acostumbrados y que saben convivir con este tipo de cosas. Pero, francamente, de puertas adentro, influye. ¡Vamos, ya lo creo que influye!

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