SEGRE

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Siempre se ha dicho que el fútbol es un compendio de sensaciones. A veces negativas y otras positivas y la caprichosa pelotita siempre parece moverse de acorde con ellas. Así se forjó la suerte del campeón, que es capaz de conseguir resultados impensables consiguiendo goles con el mínimo imprescindible de remates, los postes jugando a favor y los rebotes en contra del rival. O la desgracia del colista, al que cualquier detalle se le gira siempre en contra. El Lleida, ahora mismo, está en racha. Ha sabido revertir la situación tras un final del 2016 desastroso en un prometedor inicio del 2017.

Seguramente, ni antes era tan malo ni ahora los jugadores son tan buenos. Pero resulta agradable volver a mirar hacia arriba en la clasificación. Aún no se ha ganado nada y el fantasma del descenso no queda descartado, pero es verdad que después de la victoria ante el Prat se está ya más cerca de las plazas de play off que de la promoción por la permanencia. Cierto, puede volver la mala racha, pero, ¿que quieren?, disfrutemos ahora de ésta. Cuatro victorias y un empate en los últimos partidos. Es decir, trece puntos de quince posibles. Algo que parecía imposible antes de las Navidades.

Y, además, con la convicción de que este Lleida se mueve bien en el caos y la confusión. No se sabe, porque el club tampoco es un libro abierto, a ciencia cierta, cómo ha acabado el lío de las peñas, pero cuando menos ya no se habla de ello. Se han dado, hasta el momento, cinco bajas, algo inédito en la breve historia del Esportiu y, salvo en el caso del segundo entrenador, que ha llevado a la entidad a los tribunales, ni una palabra más alta que otra. Se ha podido fichar. Dos jugadores han venido del Lorca, y hay un tercero que aún puede caer –por cierto, ¿no sienten curiosidad por saber que les dijeron Onwu, Urko y Molo antes de viajar hasta Lleida?– Sin apenas entrenar jugaron ayer de titulares. Y el equipo no se resintió. Se ha fichado a un punta que no solo marca sino que además asiste. Un gol y dos asistencias. Si eso no es estar en medio de una sensacion ganadora, que venga Dios y lo vea.

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