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Òscar Rubio intenta controlar un balón en una acción del partido de ayer.

Òscar Rubio intenta controlar un balón en una acción del partido de ayer.

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Uno de los momentos televisivos de esta última semana fue el incidente entre el entrenador del FC Barcelona, Luis Enrique Martínez, y el periodista de TV3, Jordi Grau. El modo en el que el técnico asturiano perdió los papeles por segunda vez ese día –la primera fue el 4-0 que acababan de endosar a su equipo– ya supera las 200.000 visitas en YouTube. ¿Qué quería que le preguntaran después de semejante goleada? Decía mi compañero, y sin embargo amigo, José Carlos Miranda, y con razón, que para muchos jugadores, entrenadores y directivos, un periodista es un daño colateral, una molestia que algunos no se molestan en disimular.

El hecho de que los protagonistas del incidente fueran un periodista de TV3 y el entrenador del Barcelona, supuso un altavoz de repercusiones mundiales a algo que es más habitual de lo que parece. A un jugador no le gusta la puntuación que le han puesto, a un entrenador no le gustan las preguntas que le hacen o a un presidente no le agrada una crítica. De hecho, las críticas nunca gustan. Nadie las ve como un motivo de reflexión. Prefieren el halago simple del mamporrero. Para ellos un periodista solo es util si tapa los defectos y agranda las virtudes. Bueno, eso también ocurre cada vez más en política.

El periodista, ese profesional bien o mal remunerado, que pretende hacer llegar a sus espectadores, oyentes o lectores lo que sucede antes, durante y después de un partido, tiene que hacer muchas veces su trabajo en concidiones lamentables. Muchos se echarían las manos a la cabeza si vieran cómo hay que trabajar en demasiados campos de Segunda B. Faltan enchufes, mesas, sillas... Pero al periodista solo le importa una cosa: Hacer su trabajo. Que más da dos horas de incomodidad!!!

Cuando Lleida acogió la final de la Champions de fútbol sala lo primero que preguntaron los miembros de la UEFA en el Barris Nord fue desde dónde trabajarían los periodistas. Algunos eso nunca lo piensan. Tampoco importa si para ir a una rueda de prensa hay que esperar en la calle. Llueva, haga frío o calor.

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