LA CONTRACRÓNICA
Toca arremangarse
Yademás con rapidez, porque el trabajo se acumula en el Lleida. Y esta vez no se ciñe a lo estríctamente deportivo, porque el arranque de la temporada está siendo ciertamente excelente, con dos empates y dos victorias en la Liga que lo mantienen invicto y arriba; tres rondas ya superadas en la Copa del Rey –la tercera gracias a la fortuna, pero superada– que abren las puertas a un rival de Primera en competición europea y, en el Camp d’Esports, sin desmerecer a nadie, suspiran por el Real Madrid, que es quién dejaría mejores ingresos en caja. Y también la constatación de que la afición ya tiene a su nuevo ídolo en Moustapha Gning (Senegal 1989) que, pese a su timidez, se ha metido a todos en el bolsillo por su entrega, polivalencia y capacidad de sacrificio. Solo hace falta ver como corea la grada su nombre cada vez que se luce en una jugada. Algo que hacía mucho tiempo que no se veía en el Camp d’Esports. Pero, a lo que vamos. El primer tema en la carpeta de pendientes es la jornada del 1 de octubre. ¿Pedirá el Lleida, de amigo a amigo, al Ontinyent, jugar en sábado para que los catalanes del equipo puedan ir a votar, si es que finalmente se vota y dado que no existe la opción del voto por correo? Ayer, ante el Peña Deportiva, se coreó el nombre de Puigdemont en un par de ocasiones junto al ya clásico de “in-de-pen-den-cia”.
El segundo es más peliagudo porque obliga a rascarse, y bastante, el bolsillo. Sin querer ser un aguafiestas, el Camp d’Esports no está, ahora mismo, para acoger dignamente un partido de Copa ante el Madrid, Barça, Atlètico, Athletic, Sevilla, Real Sociedad o Villarreal. No nos gustaría que, dado que va a ser televisado y con aluvión de enviados especiales de prensa escrita, radio y televisión, fuésemos motivo de mofa y befa, por ejemplo, por no tener ma,rcador; pupitres en condiciones o un vestuario visitante, que deja mucho que desear, además de que hay que recolocar los tornos y las cámaras de seguridad. Eso conlleva presupuesto, tiempo y trabajo. Y menos mal que, eso sí, tenemos un césped en condiciones.